David Huerta acompañó al traductor y tipógrafo en un recorrido por su trayectoria
Es modesto y discreto, con una enorme riqueza intelectual, espiritual y artística
, dijo el poeta
Lunes 18 de agosto de 2014, p. 9
En el contexto del ciclo Protagonistas de la literatura, ayer se rindió un homenaje por su trayectoria y por sus 80 años de vida al editor, tipógrafo y poeta catalán Martí Soler Viñas (Barcelona, 1934), en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Acompañado por el también poeta David Huerta, en amena charla, ambos creadores evocaron la trayectoria de Soler Viñas, quien en su juventud tuvo como maestros a reconocidas figuras del ámbito técnico editorial, como Arnaldo Orfila, Joaquín Díez-Canedo, Alí Chumacero y el linotipista holandés Alexandre Alphonse Marius Stols.
Con apego al estilo clásico y gracias a dicha formación, Martí Soler ha desarrollado desde hace más de 50 años su creatividad y su trabajo en nuestro país, que ocupa hoy día un sitio histórico en la edición de libros en México
.
Como refugiado catalán, Martí Soler llegó a México junto con sus padres, a los 13 años. Entre los numerosos e importantes trabajos que ha realizado durante su vida, destaca su labor en el Fondo de Cultura Económica (FCE), donde trabajó de 1959 a 1966. En la editorial Siglo XXI, de 1966 a 1993, ocupó distintos cargos, hasta llegar a ser subdirector general y director ejecutivo de ese sello.
En 2003 se reincorporó al FCE, donde entre las responsabilidades actuales del editor, traductor y poeta catalán está la actualización del catálogo histórico de dicha editorial y la publicación en formato digital de una historia gráfica de la institución.
El 17 de abril de 2006, Martí Soler recibió la Condecoración del Águila Azteca, máximo galardón que el gobierno mexicano otorga a extranjeros que han contribuido al desarrollo del país.
Martí Soler es contemporáneo del Palacio de Bellas Artes, recinto que también celebra sus 80 años, del Fondo de Cultura Económica y de muchas casas de la colonia Condesa, alrededor del Parque México, comentó David Huerta en charla con La Jornada.
“Martí sigue siendo un catalán de cuerpo entero, no menos que un mexicano. El valor de su trabajo editorial es extraordinario. Quien explore lo que ha sido el buen trabajo editorial en nuestro país se encontrará inevitablemente con el trabajo y el nombre de Martí Soler.
Es un hombre con muchas facetas y una personalidad fascinante, que a veces no podemos ver con toda claridad, porque es de igual manera un hombre auténticamente modesto y discreto, con una enorme riqueza intelectual, espiritual y artística
, explicó Huerta. Ojalá que con este homenaje, añadió, su figura y su trabajo sean mucho más reconocidos de manera pública
.
Para David Huerta, el trabajo poético de Martí Soler “es una lengua en el exilio, considerando que el catalán en México sí lo es, porque en nuestro país no hay poetas en esa lengua, sólo los que vienen de allá.
Para un poeta su lengua es fundamental, porque es la sangre misma de su trabajo. Por ello, vale mucho el esfuerzo de asomarse a lo que escribe Martí Soler.
Durante el homenaje, a manera de charla, ambos recordaron algunos momentos de la larga trayectoria de Soler como editor, traductor, músico, viajero, caminante y su gusto por cocinar.
Asimismo, se refirieron a su poemario más reciente, Variaciones de voz y cuerpo (FCE), volumen del que leyeron y comentaron algunos versos. Un libro que lo que tiene de breve lo tiene de intenso
, dijo Huerta.
Tras agradecer el reconocimiento, Martí Soler dijo sentirse muy emocionado y compartió: “80 años, son muchos. Lo bueno de tenerlos es que estoy en pleno uso de mis facultades, lo cual es maravilloso. Voy a seguir trabajando, escribiendo… y seguiré con la labor editorial, que incluye la traducción de trabajos literarios catalanes. Me siento, no como un joven, pero sí maravillosamente.
En efecto, no soy hombre de un solo perfil. La literatura siempre me ha llamado mucho la atención. Sobre todo he sido un lector empedernido de poesía, y soy un poeta que escribe en catalán y en español, pero que no se trata de una división en dos, sino de que hay, aquí en la mente, ideas que se pueden expresar en catalán o en español, luego de tener más de 60 años de vivir en México.
Para concluir, reconoció: Sí, me he metido hasta en la cocina, pero fue por una cuestión meramente egoísta. Como en México ya no podía gozar de las comidas de mi madre, allá por 1965, o me las hacia yo o nadie. Así que agarré un libro de recetas e imaginé cómo las hacía mi madre
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