os acontecimientos de las últimas semanas nos indican con claridad la existencia de un proyecto de grandes dimensiones que habrá de transformar al país de manera dramática en los próximos años; este proyecto se empezó a configurar hace más de tres décadas, con la participación de funcionarios gubernamentales, de empresarios y de agentes de origen extranjero, actuando de acuerdo con un proyecto geopolítico definido desde oficinas ubicadas en otros países, incluyendo a Estados Unidos. El proyecto se ha venido adecuando de manera dinámica a los acontecimientos nacionales e internacionales, pero sin tomar en cuenta los intereses de nuestra nación, de manera que los aspectos de soberanía nacional, de respeto a la Constitución de la República, de bienestar de la población y de la administración responsable y honesta del patrimonio nacional, les han sido irrelevantes.
Para lograr esta transformación, un pequeño conjunto de factores ha sido fundamental: uno de ellos, desde luego, han sido las enormes riquezas nacionales, que han sido puestas ya al servicio de los grandes capitales internacionales, principalmente estadunidenses, que han visto a nuestro país como un enorme botín del que vale la pena apoderarse, como lo han hecho ya en otros países. Otro factor no menos importante tiene que ver con el resquebrajamiento del sistema educativo nacional, el cual ha dado como resultado un alto nivel de ignorancia en amplísimos sectores de la población, complementado con la pérdida de los valores y la conformación de una estructura de clases, dominada por la superficialidad, el consumo y el fenómeno que algunos académicos españoles han llamado pensamiento Alicia
, según el cual todo debe mejorar por sí mismo, por razones de carácter mágico. Un tercer factor igualmente importante es el asociado con la impunidad y la corrupción que permea tanto a las estructuras de gobierno como a los cuerpos legislativos y al sistema de impartición de justicia, y que es aceptado hoy por amplios sectores de la sociedad.
El descubrimiento reciente de un enorme yacimiento ubicado en aguas profundas de nuestro mar territorial, a unos 250 kilómetros al sureste de la ciudad de Matamoros, considerado hoy como uno de los más grandes del mundo, atrajo la atención de las grandes empresas petroleras, generando un interés mayor por los recursos con que cuenta aún nuestro país y las posibilidades de apropiación dados los altos niveles de corrupción con los que operan los funcionarios del gobierno mexicano, hecho bastante conocido en los círculos petroleros internacionales. Por todo esto, no es de extrañarse la rapidez con la que las reformas fueron aprobadas.
Para quienes vemos estas reformas como un crimen contra la nación, nos enfrentamos ante una situación sumamente difícil por varias razones. La primera de ellas es la ignorancia en la que está sumida gran parte de la población, de la cual sabemos cómo fue utilizada para entregar su voto a cambio de monederos electrónicos. Existen además otros sectores de población que podrán ser convencidos de las bondades del proyecto, los cuales serán incapaces de entender los riesgos reales que tenemos de correr la misma suerte de otros países con enormes recursos petroleros, que viven hoy en la miseria, como son los casos de Mozambique, Uganda y Nigeria, en el África actual, o como los de Libia, Egipto e Irán, que vivieron la explotación irracional de sus recursos petroleros sin poder hacer nada, en virtud de la complicidad de sus propios gobiernos.
Entender lo que ha sucedido en esos países es fundamental, porque ello nos permitirá prever lo que puede pasar en el nuestro, así por ejemplo la violencia ha sido en todos ellos un elemento presente, justificando el uso de la fuerza y la represión gubernamental. Por ello es imposible dejar de pensar que el crecimiento de la delincuencia organizada y el tráfico de armas que nuestros gobiernos han permitido sea ajeno al proceso de descomposición y desmantelamiento de nuestra industria energética; el florecimiento de la violencia relacionada con el tráfico de drogas ha dado como resultado la transformación del gobierno, de un sistema benigno y paternalista al de uno represor, que tiene ahora la posibilidad de desvirtuar cualquier movimiento social, convirtiéndolo en otro de carácter delictivo.
De forma reciente el estado de Puebla ha vivido la experiencia trágica de un niño asesinado en una manifestación, ante el uso de balas de goma disparadas por las fuerzas del orden, luego de la aprobación por el Congreso local del uso de estos armamentos para disolver manifestaciones. No podemos ser ingenuos pensando que se trata de un hecho aislado; lo que estamos viendo no es sino el avance sistemático de la represión, que nos conduce a un régimen similar al de Pinochet, con todos los excesos de violencia y represión necesarios para bloquear cualquier intento social de revertir los cambios a las leyes recién aprobadas.
La llamada reforma educativa, a la cual he dedicado algunos artículos mostrando casos concretos que nos indican que la intención no es corregir lo que está mal para mejorar la educación, sino la de establecer mecanismos que aseguren el control absoluto del sector magisterial. De la misma manera, el llamado sistema nacional de investigadores, diseñado no para apoyar el desarrollo científico del país, sino para mantener el control de los profesores de las universidades, ha logrado impedir la articulación de movimientos estudiantiles como el de 1968. A ese programa se suman hoy los múltiples mecanismos para limitar el crecimiento de las universidades públicas y la conformación de una sociedad de clases, en la que los jóvenes mejor preparados vean de manera natural la explotación de las personas de clases sociales a las que han aprendido a considerar inferiores
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Los lectores que hayan podido seguir hasta aquí este horrible artículo, seguramente piensan que vivo un estado de depresión absoluta, o que acabo de leer la novela 1984 de George Orwell, pero les aseguro que no es el caso, aunque desde luego que la he leído y ahora veo la capacidad profética de ese hombre que en 1949 pudo escribirla a partir de la idea central de que la ignorancia es poder
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No tengo ninguna duda de que aun en estas difíciles condiciones nuestro deber es luchar contra este proyecto, establecido de facto por un grupo de hombres y mujeres que apoyados por intereses extranjeros y movidos por ambiciones egoístas y miopes han llevado el país a uno de los peores momentos de su historia, sólo que para revertir el proceso de desmantelamiento nacional que ha sido puesto en marcha debemos comportarnos con mucho mayor inteligencia que la empleada hasta ahora por la izquierda. Ello habrá de incluir estrategias innovadoras de lucha.