Beatriz Espejo ofrece una apasionante reseña de la primera mitad del siglo XVIII mexicano
Se basa en el relato de un virrey que, enamorado de una religiosa, pidió que al morir su corazón fuera llevado de España al territorio novohispano y enterrado en el convento que fundó
Lunes 25 de agosto de 2014, p. a10
La buena literatura histórica no tiene por qué falsear la realidad, considera la escritora Beatriz Espejo (Veracruz, 1939), quien a partir de esa convicción configura en su novela más reciente, ¿Dónde estás corazón?, una apasionante galería de personajes y costumbres de la primera mitad del siglo XVIII mexicano.
Es un relato que partió de una leyenda contada por Artemio del Valle Arizpe, la cual resultó posteriormente un hecho verdadero, sobre un virrey que, enamorado de una religiosa, pidió que al morir su corazón fuera regresado de España al territorio novohispano y enterrado en el convento de monjas capuchinas que él había fundado.
Este virrey fue don Baltasar de Zúñiga y Guzmán, quien, decidido a dejar su impronta en la renovación de las instituciones, fundó el primer convento con acceso a mujeres indígenas en la Nueva España, el de Corpus Christi, aunque no estaba abierto a las indígenas comunes, sino sólo a las hijas y familiares de los caciques.
Publicada por Alfaguara, en esta novela –la segunda en su haber, pues para Beatriz Espejo su ambiente natural es el del cuento– la autora muestra los detalles más íntimos de cómo se forjó la Nueva España y se comenzó a fraguar lo que más adelante sería la nación mexicana, a partir de mostrar la vida en los conventos y entre las clases acomodadas.
De acuerdo con la también catedrática universitaria, esta es una historia contada con el lenguaje y recursos de hoy que busca instalar al lector en una época importante y poco estudiada de nuestro país
, mediante retratos de personajes caprichosos, recargados, como el estilo barroco, que van mostrando sus debilidades y su doble moral.
Tres años dedicó Espejo a la investigación que originó este libro. La idea le llegó después de que el fallecido historiador Guillermo Tovar de Teresa y la socióloga Ana Lilia Cepeda le contaron que durante la restauración del ex convento de Corpus Christi, frente a la Alameda Central, que quedó dañado tras el sismo de 1985, apareció un corazón dentro de un cofre.
Siempre he dicho que los cuentos son como un milagro, pero esta novela también lo fue, porque vino a mí en partes. La primera fue cuando por casualidad descubrí a don Fernando de Santa Cruz y Espejo, hombre muy caritativo e interesante de aquella época, quien llamó mi atención porque llevamos el mismo apellido y luego por su historia. Siempre supe que escribiría algo con él, hasta que apareció lo del corazón fue cuando lo saqué del escritorio
, cuenta en entrevista Beatriz Espejo.
Traté de recrear el mundo del siglo XVIII tal como era, sin inventar. Para mí es un siglo poco estudiado, a pesar de que fue cuando comenzó a fraguarse la nación mexicana. Todos los personajes del libro son reales, así como los lugares, los edificios y las costumbres. Hay una investigación muy grande detrás de esta novela, aunque está sometida a la ficción. Eso no significa falsear la historia
.
La escritora precisa que, además de las modos y manera de hablar, sólo uno de los personajes no corresponde al tiempo en el que se desarrolla el relato. Se trata de un exorcista de nuestro tiempo, originario de Navarra, cuyo nombre extrajo de un periódico.
Lo usé para hablar de las condiciones en las que ingresaban las monjas a los conventos y la manera como trataban a la mujer en ese entonces, cómo castigaban a las monjas que fingían tener contacto divino. Lo más curioso es que este hombre contemporáneo nuestro sigue conservando una serie de ideas absolutamente cerradas. Ahí salió mi colmillo feminista
, destaca la autora.
Beatriz Espejo se describe como una escritora estricta y muy ruda
consigo misma en lo que concierne al uso del lenguaje y las formas literarias; asegura que este libro es ejemplo de ello.
Pretendo que la novela esté muy bien escrita y que el lector no tropiece a cada rato con frases mal hechas, sino que encuentre un texto bien construido, como si se tratara de una sinfonía. No sé si lo conseguí, pero el libro no está hecho para atrapar al lector y luego dejarlo caer
, asegura.
Otra de mis intenciones es no dejar cabos sueltos en la historia. Ese, luego, es un recurso, tanto en el cuento como en la novela, para hacer trampa al lector. Todo debe estar muy bien urdido, aunque, claro, cuesta mucho más trabajo.