No ganó Pumas, pero la gente parecía feliz. La bienvenida de Guillermo Vázquez al timón del equipo no fue celebrada con una victoria, pues empató (1-1) ante Xolos de Tijuana. Sin embargo, el ánimo era liviano, como si ese punto, el único que han conseguido en casa en lo que va del torneo, fuera un argumento suficiente para mejorar el semblante, con todo y que apenas hubo momentos de interés genuino.

En fechas recientes, en las gradas de Ciudad Universitaria sólo se percibía el enfado por un equipo que se acostumbró a perder, y ese mal hábito fue la razón por la que fue cesado el anterior entrenador, José Luis Trejo.

Ayer Pumas no fue muy distinto del cuadro que ha tenido mala fortuna en esta campaña. Pero la actitud sí fue otra. Al menos se notaba el esfuerzo: los jugadores lucieron más entregados, dispuestos a sacudirse las experiencias de los recientes partidos, aguerridos, aunque sin tino.

El mejor ejemplo de esa entrega fue el gol con el que los universitarios tomaron ventaja ya avanzada la primera parte. Al minuto 40, después de una serie de intentos fallidos, la pelota quedó a los pies de Eduardo Herrera, quien sólo necesitó empujar para anotar. El gol que no fue producto de una jugada ensayada, sino del acto puro de querer.

El optimismo se contagió y todo el estadio estaba de fiesta, que duró poco. En cuatro minutos, un descuido de la defensa y los buenos reflejos del mediocampista Richard Ruiz apagaron el júbilo, cuando con pulcritud consiguió el tanto del empate.

Antes de eso, el partido había transcurrido con toques nerviosos e intentos imprecisos de ambos equipos para meterse al área rival. En la primera media hora la única jugada que pudo convertirse en gol fue de los visitantes. Dayro Moreno sorprendió a la defensa auriazul y le entregó un pase envidiable a Juan Arango, quien se metió al área sin escolta y en un mano a mano con el portero Alejandro Palacios desperdició un tiro de trámite tras superar al arquero. Luego Xolos hizo muy poco. El equipo estaba bien coordinado para defenderse y atento a cualquier descuido para responder al contragolpe.

Y le funcionó, porque Pumas no consiguió traspasar la última línea de los visitantes. Cada embate que intentó fue reprimido con precisión por los zagueros de Xolos.

Aunque Vázquez buscó dar profundidad al equipo, siempre tuvo piezas sueltas en su maquinaria todavía no bien calibrada. Si en la contención le funcionaba Martín Romagnoli, le fallaba Leandro; si en el enganche funcionaba Daniel Ludueña, Javier Cortés se quedaba corto. Y al final de la cadena Eduardo Herrera, casi siempre solo.

El intermedio sirvió a Pumas para relajarse y no dejar caer el ánimo, pese a que se fueron con el empate. Cuando volvieron de vestidores, Memo Vázquez se veía tranquilo y el equipo no parecía afectado por el gol al final del primer tiempo.

Pumas tuvo un mayor manejo de la pelota, pero sin peligro; la estrategia que dispuso Xolos fue inquebrantable. Los auriazules insistieron, pero con pocas variantes. O se atenían al prodigioso pie de Hachita Ludueña, que estuvo a punto de anotar un gol que merecía quedar dentro de las redes por su hechura, o al esfuerzo de Eduardo Herrera.

Al final, el público dio la bienvenida al nuevo entrenador universitario y celebró que por fin ganaron un punto en casa.

Vázquez reconoció que aún se siente desencanchado por el tiempo que estuvo inactivo y fue honesto al advertir que a Pumas aún le hace falta corregir algunos aspectos.

Defensivamente el equipo se comportó bien y adelante falta crear más situaciones de peligro, dijo el entrenador.