Existen registros de una industria vitivinícola que data desde tiempos de la corona española en lo que hoy es el corredor turístico de San Miguel de Allende a Dolores Hidalgo, en Guanajuato, sin embargo, durante siglos esto quedó guardado como el mejor secreto del Bajío.

Hace un par de años un grupo de visionarios, con la ayuda de inversión municipal y privada, encontró en el rescate de esta industria un enorme potencial de desarrollo turístico, social y económico para la región, con lo que San Miguel de Allende se suma y corona a la ya existente tradición vitivinícola del Bajío mexicano. Ahora, esta ciudad, calificada como la mejor del mundo, busca convertirse en el mayor productor de cultivo de la vid en México.

Una serie de proyectos que incluyen el desarrollo de viñedos, la producción de vino sanmiguelense y distintos convenios con importantes regiones vitivinícolas del mundo, son parte del motor que impulsa a pasos agigantados este nuevo proyecto de desarrollo.

En 2012 la –hasta entonces informal– industria del vino sanmiguelense, que reunía apenas a un par de productores, empezó a reordenarse en busca de un objetivo común: devolver a San Miguel de Allende el título del principal productor de vino mexicano hacia el mundo. En 2013, el presidente municipal Mauricio Trejo, con un grupo de empresarios, trabajó en el desarrollo de la Ruta del Vino, a la cual posteriormente se sumaron nuevas casas productoras.

Parte de los resultados que, a dos años, se han logrado para diversificar este sector económico en el destino, es la firma del convenio con el Centro de Formación Profesional de Promoción Agrícola de Borgoña, que contempla, entre otros acuerdos, la capacitación para especialistas que puedan estudiar los terrenos, plantaciones y procesos de producción de vino en San Miguel.

No es solamente que los viñedos adornen de manera casi perfecta a una ciudad que ya es reconocida a nivel mundial como un Patrimonio de la Humanidad, sino que las condiciones específicas de la composición de la tierra y las variaciones del clima que existen en San Miguel de Allende resultan ideales para el desarrollo del cultivo de la vid y la producción de un excelente vino.

La composición de la tierra y las variaciones del clima de San Miguel de Allende resultan ideales para el cultivo de la vid y la producción de una excelente bebida

Con respecto al turismo, esta nueva faceta ha fomentado un cambio en los hábitos de consumo de vino en beneficio de esta industria, mientras la Ruta del Vino empieza ya a impulsar el desarrollo de nuevos productos turísticos e inmobiliarios en torno a esta bebida. A todo esto se han sumado las tradicionales Fiestas de la Vendimia, organizadas por los viñedos más importantes de la zona como Rancho Toyán, Cuna de Tierra, Santísima Trinidad y Bodega Dos Búhos, para celebrar el inicio de la cosecha con la tradicional pisa de uvas, la bendición de los frutos, muestras gastronómicas y una diversidad de programas culturales.

Resultado de esto es que en México se empieza a hablar de San Miguel de Allende como un referente en la producción de vinos, aumentando así las expectativas de enoturismo en la ciudad y a su vez la inversión que esto conlleva.

Esta nueva industria no sólo ha generado empleos, inversión en la industria agrícola y nuevas alternativas turísticas, sino que parece estar haciendo un extraordinario maridaje con una escena gourmet que ya se venía gestando desde hace varios años en un San Miguel habitado por artistas y chefs internacionales, y que se complementa con una gran variedad de restaurantes de alto nivel que ofrecen degustaciones y maridajes con vinos de la región.

El tiempo dirá si San Miguel logra alcanzar tan alto objetivo, mientras tanto ese gran secreto oculto en la joya de la corona ya ha sido revelado.

Los efectos del enoturismo

Tan sólo este mes de agosto la ciudad ha registrado un incremento superior al 10 por ciento en la llegada de turistas y la derrama económica debido a estos eventos.

Actualmente, la Ruta del Vino de San Miguel de Allende está representada por unos 18 viñedos, 8 de ellos en producción.

Cuna de Tierra será la bodega encargada de cerrar con broche de oro, el 30 de agosto, con su cuarta fiesta denominada Aire de Vino y Arte, la cual contará con la participación de chefs, artistas plásticos, artesanías y una exposición de caballos y cetrería.