ayuela literatura grande enlace de letras al infinito, estiramiento de sones vibradores de palabras que vuelan cual pájaros, ritmo de guitarra templada tensando cuerdas que suenan en tono deseado de acción múltiple. Atemperancia de diferentes fases del quieto, seguido, despacio, auténtico temple del cuerpo.
La palabra glíglica
sacude el seno, dobla brazos, curva el cuerpo y vibra al estremecerse. Ondular contorsión, alzar, elevar, espiritualizar la levitación, que cae y renace con ardiente y voraz insurrección de deseos, palpita, cruje, y transida las pupilas, parece desvanecerse y ser sombra en la sombra, viento en el viento, sol naranja en el fuego, y tiembla en el aire con sonido alto, pálido, sensible. La nota tomará forma de ternura y vibrará a lo lejos, en noche que quería irse.
Rayuela cotidiana de la contraportada de La Jornada, misteriosa, mágica, laberinto sexual en busca de reapropiación siempre fugaz. Geometría circular delirio de divinidad subterránea, insecto acariciador de mucosas y matriz formadora de vida en marco de aire vibrador, fuego encantado en oscuras humedades secretas del ser. Cavidad desnuda, espacio mental imaginario, buscador de ternura inasible, inefable, imposible, ilocalizable de encanto indefinido y variable, propagado en ondas horizontales.
Rayuela caricia visitadora diaria, laberinto ligado a palabras nunca quietas, cosquilleante navaja de peluquero en la nuca y patillas. Escalones abre paso a descender centímetros bajo del mar, acariciar angosto canal y visitar linotipos, tintas y escritos hasta recovecos oscuros y poco transitados.
Palabra misteriosa rayuelera de difícil conceptualización que puede ser representada como margen, franja curva que rodea escrito(s), revoltura de hechos sin ligadura, ni causa reconocible. Trazo tejido de seda, unidad que bordea cuadrada y vigila márgenes en espacios preparados para recibir y repercutir en fina capa de mica que deja huella, ella misma y otra diferente, destinadas a transmitir palabras pájaro, sensible vibración inscrita en ondinas hormonales entintadas.
Estructura cronopía
tejida de palabras que dejan partir diferentes hilos promotores de contacto. Nuevas palabras glíglicas
de diferentes sentidos, anudan otras, giros llevan vientos, ritman movimientos perdidos en misterioso ensueño mágico. Repicar de doble eco apagado, huellas, cadenas de significaciones, comunicaciones reguladas gracias al fuego de palabras: vidamuerte, cielo, tierra, mundo de la noche, montañas, aguas y sonidos de los pájaros.
Rayuela Julio Cortázar elevada al sol. Taquicardia a golpe lento, inserta en comunicación viva no interrumpida. Carnalidad íntima de secreto afín, respaldada por sesentona generación francesa (Derrida, Foucault, Lacan, Alouch, Sartre, Deleuze, Bataille, etcétera) tradición viva tan vulnerable como oculta. Remover el inconsciente y la palabra, recuerda duende del cuerpo al soplo del aire en busca de ternura, inatrapable siempre misteriosa y oscura, sólo parcialmente alumbrada por palabras y el inesperado asombro descubrir que estás en mí y eres espejo, que acaricia la seda de tu piel, araña infinita.