El antipoeta, recluido en Las Cruces
Jueves 4 de septiembre de 2014, p. 4
Santiago de Chile, 3 de septiembre.
El antipoeta Nicanor Parra cumplirá este viernes 100 años recluido en su casa del balneario de Las Cruces, en Chile, revisando libros y distante de los homenajes que le prodigan en su país a quien quiso reinventar la poesía.
Es un privilegio tenerlo vivo, ha marcado a todos los chilenos
, dijo la ministra de Cultura, Claudia Barattini, quien pidió a sus connacionales leer sus versos al unísono al mediodía del viernes.
Parra, hijo de campesinos trovadores que llegó a estudiar física en la Universidad de Brown, en Estados Unidos, fue siempre un adversario de la lírica tradicional, de sus rosas y su perfección. La poesía fue el paraíso del tonto solemne, hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa
, dijo el artista tras la publicación, en 1954, de Poemas y antipoemas.
Prostitutas, ataúdes e ironías irrumpieron en sus versos, donde llamó a los poetas a clavar las plumas escribanas en las cabezas de sus lectores, proponiendo echar sangre por boca y narices
.
Todo su esfuerzo fue dirigido durante décadas a reinventar el lenguaje poético a partir de las teorías de Ludwig Wittgenstein. A partir de ello, Parra situó el significado y trascendencia de lo poético en lo cotidiano, subvirtiendo el español lírico, como antes lo hiciera el nicaragüense Rubén Darío con la prosa en Azul.
Heredero del modernismo latinoamericano en la rebelión del lenguaje, Nicanor Parra marcó sin embargo distancias en sus usos y tonos, notoriamente más urbanos e irónicos.
De hecho, la antipoesía de Parra es un intento por poetizar lo cotidiano, lo pedestre, la vida del hombre de a pie, como los campesinos y jornaleros de su natal Chillán.
En detalle, el sistema antipoético incluye un personaje antiheroico, humor, sarcasmo y un verso cuyo léxico y sintaxis no obedecen al modelo clásico.
Su opción literaria lo llevó a ser reconocido con el Premio Nacional de Literatura 1969 y el Cervantes en 2012. Su obra, sin embargo, lo distanció del Premio Nobel de Literatura chileno Pablo Neruda, a quien siempre consideró un tonto solemne
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