Es el único de los grandes de las letras de ese país que queda vivo; ayer celebró 100 años
En cada rincón se escucharon los versos de El hombre imaginario
El festejo, que incluyó música y baile, alcanzó hasta el frontis de su residencia; sin embargo, el escritor no se dejó ver
Sábado 6 de septiembre de 2014, p. 3
Santiago, Chi., 5 de septiembre.
El hombre imaginario/ vive en una mansión imaginaria/ rodeada de árboles imaginarios/ a la orilla de un río imaginario.
Con la lectura en todos los rincones del país de estos versos del mordaz y antisistémico poeta Nicanor Parra, se celebró el viernes el centenario del único de los grandes de las letras chilenas de su era que queda vivo.
Aunque empezó a escribir muy joven, irrumpió con los antipoemas que marcaron su vida en 1954, por lo que el homenaje al cumplir un siglo de vida no podía ser con otra cosa que con versos de su creación. El Consejo Nacional de la Cultura eligió El hombre imaginario.
En los colegios, lugares públicos, museos y en la calle, miles de personas se sumaron a la lectura del poema, entre ellos la presidenta Michelle Bachelet y el presidente de la Corte Suprema, Sergio Muñoz.
Se espera que miles de personas se unan a lo que se ha llamado el Parrafraseo nacional.
Las celebraciones alcanzaron hasta el frontis de su casa en el balneario de Las Cruces, en la costa central, donde vive casi recluido desde hace varios años. Pese a la gran cantidad de personas que acudieron a saludarlo y a las parejas que bailaron una cueca, el baile nacional que le fascina, el poeta no se dejó ver.
Parra pertenece a una de las familias que más artistas ha entregado al país, incluida su hermana, la folclorista Violeta Parra, conocida internacionalmente por su canción Gracias a la vida.
Entre las múltiples distinciones que ha recibido están el Premio Nacional de Literatura en 1970 y el Premio Cervantes en 2011. Ha sido postulado en cinco ocasiones al Nobel de Literatura, premio que ya han recibido dos autores chilenos: Gabriela Mistral y Pablo Neruda.
En la prolífica producción de Parra figuran Cancionero sin nombre (1937), Poemas y antipoemas (1954), La cueca larga (1958), Versos de salón (1962), Obra gruesa (1969), Artefactos (1972), Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977), Chistes para desorientar a la poesía (1983), Poesía política (1983), Hojas de Parra (1985) y Poemas para combatir la calvicie: muestra de una antipoesía (1993).
La antipoesía de Parra se ha definido de muchas formas, pero en lo que muchos coinciden es en que emplea un lenguaje común llevado al extremo, en que cambia la realidad, es irónica y mordaz.
En una ocasión Parra escribió: Durante medio siglo la poesía fue el paraíso del tonto solemne. Hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa. Suban, si les parece. Claro que yo no respondo si bajan echando sangre por la boca y narices
.
Alejado del mundo social, Parra envió a su nieto Cristóbal Tololo Ugarte a recibir el Premio Cervantes de manos del entonces príncipe Felipe de Borbón, en 2012.
Nacido en el poblado campesino de San Fabián de Alico, en el sur, eligió estudiar matemáticas y física y en 1943 estudió becado mecánica avanzada en la Universidad de Brown. Se casó en cuatro ocasiones y tiene seis hijos.