Opinión
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Puntos sobre las íes

Carlos Arruza XXX

C

ontinuemos…

Después del enojo que me encajó el odioso e impertinente don Fregaritis Tiranus, heme aquí retomando la historia taurina de ese insigne mexicano que supo poner en las más altas cumbres el pabellón taurino de nuestro país, algo que nadie –así como suena–ha sido capaz de lograr desde aquellos remotos años.

Le duela a quien le duela.

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Eso fue felicidad…

Como lo señalamos, Carlos estaba ya a punto de enfermarse, ya que cumplir con los tantos compromisos firmados estaba resultando una carga extenuante: mucha carretera, poco y mal dormir, poco y mal descansar y poco y mal comer.

Entre tantas andanzas y privaciones, poco después de haber triunfado en Valencia, fueron a verlo al hotel un grupo de aficionados para invitarlo a que, de pasadita rumbo a Barcelona, fuera a su pueblo llamado Torreblanca ya que querían agasajarlo.

Fue tal la insistencia que no hubo forma de negarse y para Torreblanca se fueron Arruza, Aguilar y Cerrillo para encontrarse con que, tras el aviso de un cohetón, salieron todos los habitantes, el señor Cura y el alcalde a darles la bienvenida y encontrarse ellos con todo engalanado en paredes y balcones con banderas de México y España y cientos de arreglos florales en casi todas las banquetas.

Al increíble recibimiento se sumaron canciones tan mexicanas como Cielito Lindo y La Adelita, señalando el alcalde que era deseo de todos los habitantes que los tres se sintieran como en su propia patria.

Lloraron los mexicanos a moco tendido, sin saber de qué manera corresponder a todo aquello y para que nadie pudiera interrumpir aquel agasajo, se cerraron los accesos al pueblo, teniendo los vehículos que dar un rodeo para poder seguir viaje.

A continuación, una marcha triunfal hasta el ayuntamiento y la parroquia y, a poco, un banquete en toda la extensión de la palabra y así transcurrió el día y desde entonces hasta la fecha existe en la plaza principal un bar Arruza; baste decir que desde aquel día el alcalde Benjamín Persiva siguió a Carlos a varias de las muchas corrida en que tomó parte en España, Francia y Portugal. En uno de tantos viajes le pidió que fueran a torear a su pueblo, con aceptación inmediata, y lo hicieron en la Plaza de Armas, rodeada y cercada con carretas y vigas a la usanza de los albores de la fiesta.

Se sabe que, taurinamente hablando, no hubo gran lucimiento porque el novillo no se prestó, pero más tardó Carlos en tumbarlo de certera estocada que el pueblo entero queriendo cortar orejas, rabo, patas y algo más para premiar a su querido y admirado amigo.

Maravillosa gente.

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Un descansito

Tanta toreada le pasó factura a El Ciclón –a quien así lo había rebautizado poco antes don Ricardo García K-Hito, director de la Editorial Católica, editor del periódico Dígame y connotado periodista y crítico taurino– que había adelgazado, se dormía casi parado y ya no sabía ni dónde torearía al día siguiente y, por consiguiente, sufrió una cornada en la plaza de Manzanares por lo que pasó 15 días descansando en Santa Coloma, que le deben servido de reconstituyente.

Por ahí seguían las cosas, hasta que, después de haber triunfado por toda la línea, alternando con Manolete, le dijo a su apoderado Andrés Gago, que no podía ya más, que estaba hecho pinole y que no tenía fuerzas ni para matar una pulga.

Su apoderado se dio cuenta de su lamentable estado y dieron por terminada la temporada con el siguiente score: corridas firmadas, 154. Corridas toreadas, 108 (incluyendo las 4 de México). Festivales, 4. Toros estoqueados, 232. Toros banderilleados, 190. Orejas cortadas, 219. Rabos cortados, 74. Patas cortadas 20, alternando con Manolete en un buen número de esos festejos.

De no creerse.

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¿Y descansos?

No muchos.

Cuando creía él que iba a descansar y a comer apropiadamente, ya que en México no lo contrataban –lo que deseaba ardientemente para alternar con Manolete–, le ofrecieron actuara en Perú, Colombia y Venezuela, para ese invierno 1945-1946.

Y pa’ allá se fue.

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¿Qué hago con él?

Fregaritis Tiranus ¡pesadilla de mi vida!

No hace más que estar &%4& a todas horas.

(AAB)