América se acostumbró a ganar. El mediocampista Jesús Molina lo suelta sin alardes, sólo apegado a los buenos resultados con los que iniciaron este torneo, pero a la mitad del camino la inesperada derrota ante Pumas, sorpresiva porque los auriazules llegaron al estadio Azteca en calidad de rivales débiles, les rompió el paso casi perfecto.

Merecíamos más, dice molesto. Sin embargo, advierte que esa caída, por dolorosa que resulte dadas las implicaciones que tiene para ambos equipos, no modificará la mentalidad que mantiene el equipo de Antonio Mohamed.

Para Molina, el tropiezo, en el que siguió una pausa por fecha FIFA, llegó en un momento adecuado, la fecha siete, en la que es posible afinar detalles para mantener la marcha del torneo.

La pausa nos sirvió para recuperar a los lesionados y ajustar los detalles por las que perdimos el partido, indicó.

Con esa molestia de perder un partido simbólico, el volante hizo un recuento apresurado de los descuidos que permitieron que el rival les hiciera perder lo invicto, en el que destacó la falta de definición en las jugadas de peligro: En el partido anterior se nos cerró el arco.

Este sábado ante el recién ascendido Leones Negros, el partido podría antojarse como la medicina perfecta para que el América cure la herida, pero Molina lo descarta de inmediato: Un rival en esas circunstancias es capaz de hacer lo que sea para conseguir puntos. Todos se van con todo contra el América, así que seguro se aventarán de cabeza para ganarnos.

El conjunto de la UdeG no tiene nada que perder y vencer a las Águilas viste, añadió.

Por su parte, el defensa Érick Pimentel dijo que la derrota ante Pumas es más dolorosa para un canterano, pero su situación es distinta por los pocos minutos que el técnico Mohamed le ha dado en la liga.

Comentó que la Concachampions es esperada con ansias por los juveniles, porque en ella es posible salir a la cancha mientras esperan una oportunidad en el torneo local.