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Nosotros ya no somos los mismos

Identificar al legislador

E

n Quantico, Virginia, Estados Unidos por supuesto, la FBI tiene instalada la Unidad de Análisis del Comportamiento. Se trata del instituto en que se forma a los agentes especializados en diversas ramas del conocimiento, que les permitirá elaborar el perfil sicológico de los autores de delitos complejos y de alto impacto social. Gracias a la acuciosa caracterización que realizan sobre la mentalidad y actitudes conductuales de los criminales, éstos, que en un principio eran seres anónimos, desconocidos, comienzan a cobrar una cada vez más precisa identidad. Todo cuenta: la etnia a la que pertenecen, la ubicación económico-social. Los antecedentes familiares, el grado y tipo de educación recibida, las creencias religiosas y sus inclinaciones políticas, las enfermedades que heredaron o adquirieron. De qué pie cojean (vaya que es dato importante), por qué tienen halitosis, se comen las uñas, inflamado el epiplón o se llevan bien con sus suegros. En horas, todo el mundo reconoce al criminal, ayer anónimo, que ahora saludan con familiaridad: ¡Hola, mi Jack! ¡Maestro, échate una con los cuates! (Cerveza, por supuesto) ¿Platicamos el asunto, Jack? –Sí, pero vámonos por partes.

Necesitamos que el agente especial Aaron Hotchner y su equipo invencible de expertos nos echen una manita para identificar entre 500 diputados federales al presunto responsable de ciertos delitos, como los de corrupción y soborno, al solicitar a algunos alcaldes prestaciones en efectivo u otorgamiento de contratos para la realización de obra pública a cambio de recursos del gobierno federal. Pistas: las declaraciones de diversos legisladores, entre ellos los senadores panistas Ernesto Ruffo, ex gobernador, y Ernesto Cordero, ex secretario de Hacienda, ambos prominentes miembros de Acción Nacional. También una antigua denuncia sobre el aprovechamiento de fondos públicos en actividades políticas personales, conseguido por medio de la asociación De corazón por Guanajuato. A esto se le pueden agregar algunos datos: hombre blanco, cuarentón, descendiente de familia acomodada, católico practicante de pensamiento, palabra y…. ¿de obra? Profesionista: licenciado en derecho por una institución confesional, pragmático sin limitaciones, es decir, absolutamente amoral, egocéntrico, pagado de sí mismo (pero de los demás todo lo quiere gratis), inescrupuloso, frívolo, engreído, inmaduro, untuoso, sospechosamente libidinoso, falso (nadie le compraría un auto usado), carente de principios, pero pleno de toda clase de fines: dinero, poder, acumulación de bienes, disfrute enfermizo de los placeres (en los de la carne prefiere los pechos de ternera, el lomito y el cuadril, al sirloin, el prime rib y el rib eye). En suma, un acabado hedonista del Bajío, pero no de la escuela de Epicuro, sino de la constituida por los cirenaicos (no confundir con los cirenacos), que consideraban que la extrema satisfacción de sus placeres estaba muy por encima de las necesidades básicas de cualquier otra persona. Como seña particular es posible que en el torax presente una eritema o una erupción cutánea, que afortunadamente no es contagiosa. Se debe al roce de su escapulario con la leyenda Detente, bala, el corazón de Jesús está conmigo. Inculto, pero sagaz y habilidoso, ha perfeccionado la vieja estratagema del hampón italiano que, luego de birlarle la bolsa a una dama, emprende carrera, y cuando mirones y policías lo persiguen comienza a señalar hacia adelante y a gritar desaforadamente ¡ Al ladro, al ladro! Hasta que los perseguidores lo rebasan y continúan una absurda persecución que permite al verdadero ladro ir en busca de otra fechoría. Juzguen ustedes si exagero: luego de que fue exhibido por sus compañeros como cobrador de moches (todo lo vulgarizan, se llaman diezmos), dijo: “Hay una demanda que yo mismo formulé. Ojalá que si existen hechos que puedan ser delictivos, se atiendan por la autoridad competente y se sancione y consigne a quien haya llevado ese tipo de prácticas que, desde luego, son ilegales. ¡ Al ladro, al ladro! Luego de los desmanes en su condominio pluripartidista de Euler, en Polanco, donde su colega Marcelo sostuvo una riña por demás transparente (vasos, copas y botellas) con su novia, el presunto que tratamos de identificar dijo: “Creo en la cultura de la transparencia (¿no les digo?), la legalidad y la justicia… (Las tres culturas mencionadas siguen en terapia intensiva en Médica Sur, después de la declaracioncita). Conocida urbi et orbi la francachela oficiada en Villa Balboa, nuestro buscado diputado ofreció varias declaraciones que lo hacen plenamente identificable: 1) Soy un hombre que asume las consecuencias de sus actos. Y para comprobarlo, explicó: 2) A mí me invitaron a una fiesta particular, de un particular (sic), que no se dedica a la política (¡nombres, nombres!). Hicimos carne asada y después llegó la música. Llegaron las muchachas (¡medidas, medidas! ¡Honorarios, honorarios!) y, finalmente, ahí está el video. Desde luego, uno nunca pregunta absolutamente nada. Y tiene toda la razón el discreto. ¿Qué necesidad de filosofar: que de dónde vengo, que quién soy, que de a cómo no? Luego, cuando Reporte Índigo dio a conocer los videos de la francachela, la reacción fue de dolencia, indignación y justa ira: Lamento el uso en política de grabaciones ilegales que tienen por objeto dañar a las personas y su vida privada (¿privada? Sí, de elemental morigeración y sindéresis). En su momento exigiré a las autoridades la investigación del origen de las propias grabaciones y ejerceré las acciones penales correspondientes. ¡ Al ladro, al ladro! ¿Alguien quiere apostar a que ese momento no se dará en este sexenio? Tal vez, a la hora de escribir el último renglón, tenga ya alguna información desde Quantico, que nos permita la plena identificación del sudes. (Para que no tengan que esperar el capítulo de Criminal Minds, sudes significa: sujeto desconocido).

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Luis Alberto Villarreal, ex coordinador de los diputados panistas, durante una conferencia de prensa en la Junta de Coordinación Política, el pasado 17 de junioFoto Guillermo Sologuren

Ofrecí noticias y aquí están: en menos de una semana al reyecito de chocolate, que ejerce de senador y estaba atareado en la construcción de un castillo, aunque su verdadero antojo en realidad es un palacio… el de gobierno de Colima, la ha llovido sobre mojado (como a todo el territorio): la alcaldesa del municipio de Cuauhtémoc, Indira Vizcaíno, ordenó la clausura de la obra, porque el senador se había abstenido del pago de los permisos de fusión de lotes y de construcción del castillito de Disneyland (la curul no quita lo payo, lo airea). Pero lo verdaderamente grave: los senadores Martín Orozco y José María Martínez hicieron pública denuncia del comportamiento delictivo de su coordinador, pues no sólo les ofreció un billetito (500 mil, para ser exactos) por una levantada de dedo, sino los invitó a celebrar su asociación en una reunión privada y totalmente aséptica de instrumentos electrónicos (más vale aprender en cabeza de diputado que arriesgar la de senador), con algunas Montanas de importación, de Jalisco. Tampoco estaría presente el distinguido Edelmiro Sánchez Hernández, experimentado anfitrión de las encerronas blanquiazules. Pese a todas estas garantías, don José María no se quiso arriesgar y le recordó con gran prestancia a su coordinador que era presidente de la Comisión de la Familia y el Desarrollo humano. Entonces, exigía mínimo respetillo o aumento considerable del arancel. De pronto me vino a la memoria (así es ella, de contentillo) la forma en que don Germán Martínez Cázares le tundió parejo a este su correligionario: bobo, cavernario, antipolítico, anticatólico, hipócrita, bárbaro, fóbico, discriminador y más. No sé si la cariñosa descripción de don Germán sea cierta o no, pero la denuncia nadie la ha negado.

El próximo miércoles el PAN celebra (¿o conmemora?) sus 75 años de existencia. Como detallito de buena voluntad, habré de referirme a su actual presidente y a algunas de sus afirmaciones, mismas que harían desfallecer a mis monjitas del colegio Plancarte y a los hermanos lasallistas del colegio Zaragoza: niño Ortiz, cuando no sepas el significado de las palabras busca otras o quédate callado.

Twitter: @ortiztejeda