30 años
l gran periodista Pete Hamill comenta que el primer reportero fue ese cavernícola que entró a una cueva con una antorcha para ver qué había para después contárselo a sus compañeros. Los grandes periodistas, de todas las nacionalidades, han sido los hombres y las mujeres que han llevado una antorcha al fondo de una caverna y reportan lo que ven al resto de la tribu. Tienen que ser precisos. No pueden ver un conejo y describir un dragón. Y viceversa. A veces la propia sobrevivencia de la tribu depende de esto
.
En un artículo en La Jornada (publicado en el suplemento Masiosare), Hamill aconsejó que reportear sobre otro país, como México, es más que sólo cubrir
la esfera oficial. Señaló: “a lo largo de los años me he dado cuenta de que el periodismo… frecuentemente es un instrumento obtuso. Puede relatar hechos sin jamás expresar la verdad. Puede perder el significado de los sucesos. Puede fallar en ver los esquemas escondidos de una sociedad”. Agregó: “Esos reportajes serán una distorsión de la verdad si no se colocan dentro de un contexto más amplio… tanto social como cultural. No creo que un reportero pueda lograr una labor completa al cubrir cualquier país sin construir un conocimiento siempre más profundo de la cultura de ese país, la del pasado y la presente”. (www.jornada.unam.mx/2000/04/30/mas-otra.html )
Las palabras de Hamill sirven para ilustrar la visión de la dirección editorial del periódico en abordar, contar, traducir Estados Unidos en nuestros 30 años de existencia.
Carmen Lira, directora general de La Jornada, fue la primera corresponsal del periódico en Estados Unidos, cubriendo a la última superpotencia que fue cómplice y protagonista en las guerras que ella misma cubrió en Centroamérica, así como impulsor de políticas cuyos efectos en México ella reporteó.
Bajo el manejo de Lira, y antes de Carlos Payán, La Jornada ha abordado a Estados Unidos y la relación bilateral desde un enfoque que no se limita al circuito oficial, sino también explora las dinámicas internas –inquietudes, conflictos, debates y expresiones– en Estados Unidos. Parte del objetivo es romper esos mismos estereotipos de los que se suele acusar a los estadunidenses de tener acerca de México y que los mexicanos tienen de los estadunidenses. En pocas palabras, se busca abrir ventanas y puertas del país vecino en toda su complejidad política, social, económica y cultural, y con ello entender al país que más que cualquier otro afecta la vida de todo mexicano –y casi todo el planeta– todos los días.
Así, no sólo se contaron las políticas de intervención de Washington de los años 80, sino la oposición nacional aquí contra ellas. Al negociarse el Tratado de Libre Comercio no sólo se reportó sobre las pláticas y manejos en las cúpulas, sino sobre el debate público más intenso jamás registrado dentro de este país, y uno de los movimientos de oposición más extensos, sobre una política económica internacional.
El periódico cubrió tanto a los funcionarios detrás de las barreras policiacas como a los manifestantes en las calles al inicio del movimiento altermundista en Seattle en 1999 y su evolución por todo el mundo, destacando la sorpresiva irrupción de la agenda cupular por estudiantes, sindicalistas, ambientalistas, inmigrantes y otros.
El 11 de septiembre y sus secuelas son registradas tanto en torno a la reacción cupular (la portada de La Jornada de ese día está incluida en la exposición permanente del Newseum, el museo de periodismo, en Washington) como por lo que ocurre abajo, incluidos los movimientos antiguerra y ahora la defensa de libertades civiles contra políticas de control y espionaje masivo. Estas páginas siguen ofreciendo varias de las voces críticas estadunidenses más destacadas para tratar de entender los últimos 13 años de guerra dentro y fuera de este país.
Se reportó sobre los grandes banqueros y sus políticos que detonaron la crisis económica más severa desde la gran depresion, así como el estallido del movimiento Ocupa Wall Street que se sumó a la ola de indignados en varias partes del planeta.
Mientras se da seguimiento al debate oficial sobre migración, se reporta sobre las resistencias y movilizaciones sociales. Como parte de esto se intenta no sólo reportar sobre el sufrimiento de los inmigrantes como víctimas de las políticas, las autoridades y el racismo, sino también –ya que es lo más importante– su papel como protagonistas en promover la transformación política, económica, social y cultural del país más poderoso del mundo.
Dentro de todo esto, también se explora la cultura y su expresión social y política, algo que revela, a veces mucho más que los grandes analistas o reportajes sesudos, las esencias de Estados Unidos.
A la vez, mientras La Jornada reporta sobre Estados Unidos, también tiene presencia dentro de este país. Parte de la diáspora mexicana tiene a La Jornada como punto de referencia. Por ejemplo, dos enviados que cubrieron la batalla en Seattle
subieron a un autobús municipal una noche para regresar a su hotel. Mientras platicaban, un inmigrante mexicano sentado a su lado los interrumpió para preguntarles si eran de La Jornada. Cuando respondieron que sí, dijo: ése es nuestro periódico
. Al preguntarle cómo lo conseguían, les platicó que algunos cuates en Tijuana enviaban ejemplares a Seattle, y que de ahí a veces se los enviaban a compañeros que trabajan en Alaska.
Con la era digital, el periódico ha adquirido una presencia aún más amplia en varios ámbitos aquí, en gran medida por el seguimiento de los temas del zapatismo y del movimiento altermundista, los indignados o el trabajo con Wikileaks, entre otros, que han sido temas relevantes para este periódico.
A veces, al entrar a esta caverna, uno puede salir para reportar no sólo sobre dragones, sino también sobre aquellos que cuentan historias y esperanzas –a veces que cantan las mismas canciones, diría Hamill– que los que viven en nuestra caverna.