a política monetaria que sigue la Reserva Federal en Estados Unidos se acomoda bien con las pautas que mantiene el Banco de México. La inflación aquí se ha salido de rango y en agosto la tasa anual fue 4.15 por ciento. Pero las presiones externas se mantienen reducidas.
La presidenta de la Reserva Federal dijo en su reciente testimonio sobre la política monetaria que: La información disponible desde julio sugiere que la actividad económica se expande a un paso moderado. En general, las condiciones del mercado laboral siguen teniendo alguna mejoría; pero la tasa de desempleo ha cambiado muy poco y los indicadores sugieren que persiste la subutilización de los recursos laborales
. Declaró que se mantendrían, por ello, tasas de interés próximas a cero durante un tiempo indefinido.
Esto resta presión sobre el peso, pues no se induce a los capitales externos colocados en la deuda pública a salir del país y no obliga al banco central a elevar las tasas de interés.
A partir de esta situación pueden plantearse dos asuntos diferentes, pero que están relacionados. Una primera observación es que un rasgo relevante de la crisis económica de 2008 y sus secuelas es la lenta recuperación de los niveles de producción, pero más aún, del empleo.
Esto es muy evidente en los países de la zona del euro. La estimación del crecimiento del producto en esa área para 2014 es de apenas 1.2 por ciento. Entre las economías más grandes, Alemania crecería 1.8 por ciento, Italia 1.6, Francia y España uno por ciento. En el caso del desempleo se prevé que la tasa promedio será de 12 por ciento. En cada uno de esos países las tasas esperadas son respectivamente: 5.2, 12.6, 11 y 25.7 por ciento.
En Estados Unidos el crecimiento es ahora un poco más robusto y se estima que a finales de este año sea de 2.9 por ciento, mientras el desempleo sigue siendo muy elevado y estaría en un nivel de 6.5 por ciento.
Una segunda observación es que los acomodos monetarios validan tal situación. El objetivo principal de la política económica es el control de la inflación y, de la mano, de las finanzas públicas. Las tasas de interés se fijan a niveles muy bajos, lo que tiende a perjudicar a los ahorradores. Sin aumento de los precios no se licúan las deudas, castigando a quienes deben. Los acreedores privados mantienen su posiciones y colocan sus fondos en papeles de deuda pública que se consideran garantizados. El costo de la deuda del gobierno se abarata de modo sensible.
En ese entorno, predominan también las operaciones con un alto grado de especulación. Un caso es el de la reciente colocación récord de la empresa China Alibaba en la bolsa de Nueva York.
En México las bajas tasas de interés benefician predominantemente al gobierno, bajando el costo de la creciente deuda pública. El ahorro sólo puede ser forzoso, como ocurre con las Afores. Aun con bajas tasas de interés, la inversión no repunta significativamente. El desempleo de tipo formal en este caso es crónico y debe distinguirse de la medida de la ocupación que considera de modo amplio al mercado laboral.
La combinación de las medidas monetarias y fiscales que prevalecen en una economía nunca es neutral. Es un asunto clave de las consecuencias de las políticas públicas, de su relación con los mercados financieros y sus repercusiones suelen ser muy profundas y duraderas.
La experiencia en materia financiera y el papel de los bancos centrales durante la primera Guerra Mundial y el periodo que llevó, luego, a la Gran Depresión de 1929-33 es muy ilustrativo. (Esto se trata de modo amplio en el libro de Liaquat Ahamed, Lords of Finance: The bankers that broke the world).
Tales medidas representan siempre una transferencia de recursos entre deudores y acreedores y entre el sector privado y el gobierno. Esto se pone de relieve en el nivel de las retribuciones que corresponden a distintos grupos de la sociedad y las formas de apropiación de los recursos materiales y dinerarios. Se manifiestan en la composición del gasto agregado, es decir, del consumo, la inversión y el gasto del gobierno.
Además, marca de modo claro el desempeño de los sectores productivos. Esto constituye un elemento decisivo en las modalidades del crecimiento que puede alcanzarse. Este puede basarse en la innovación y el aumento de la productividad, o bien en la generación de excedentes o hasta de rentas en sectores atrasados: minas, comercio, cemento, venta de servicios telefónicos, control de las emisiones de radio y televisión. Sobre esta base es difícil que la producción y empleo se eleven sensiblemente y de modo duradero en México.
El enfrentamiento que tiende a crearse entre los objetivos de la estabilidad de los precios con el crecimiento del producto es parte inherente del modo en que funciona una economía compleja regulada por las relaciones monetarias y las decisiones financieras. Es la base, también, de los movimientos cíclicos de la economía y de la recurrencia de las crisis.
La dificultad para recomponer la expansión del nivel de la actividad económica tras la crisis de 2008 indica las contradicciones que existen entre la persecución de la estabilidad y el crecimiento en un marco de endeudamiento general. El empleo ha quedado como residuo de esta ecuación. El horizonte del desempleo y la precariedad del trabajo se amplía y, entretanto, la redistribución del ingreso y los recursos se hace más desigual.