Opinión
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Penultimátum

El caso Wesolowski

S

i bien aquí nos ocupamos ya de este personaje, debemos retomarlo por ser la primera vez que un sacerdote es encarcelado por orden de las autoridades judiciales del Vaticano. Hasta ahora sólo había permanecido bajo arresto el laico Paolo Gabriele, el ex mayordomo de Benedicto XVI, condenado a 18 meses de cárcel por el robo agravado de papeles reservados del Pontífice.

Se trata del polaco Jozef Wesolowski, de 66 años y embajador papal en la República Dominicana de 2008 hasta su destitución en agosto de 2013. Primero fue condenado a dejar el sacerdocio. Luego, hace tres meses, declarado culpable en primera instancia en el juicio que por pedofilia abrieron las autoridades eclesiásticas. Pero hace una semana, ante la gravedad de los testimonios que pesan en su contra, el ex embajador fue detenido por la gendarmería vaticana.

Oficialmente se informó que lo arrestaron por voluntad del Papa. Para que un caso así de importante y delicado sea afrontado sin retrasos, con el justo y necesario rigor, con la asunción plena de la responsabilidad de las instituciones de la Santa Sede. Pero no fue por las instancias eclesiásticas sino por los medios de República Dominicana que se descubrieron los abusos sexuales que Wesolowski cometió contra jóvenes durante su estancia en Santo Domingo, capital de ese país. Les pagaba a cambio de sexo y era visitante frecuente de lugares donde se ejercía la prostitución de menores.

Aunque la justicia dominicana lo acusó por abusar sexualmente de adolescentes de escasos recursos económicos, el ex embajador fue trasladado a Roma por el Vaticano para evitar así que ingresara a una cárcel común en Santo Domingo. Luego, en junio pasado, la justicia vaticana lo declaró culpable de pederastia y lo condenó a volver al estado laico. Pero Wesolowski recurrió la sentencia y, al ser condenado por un tribunal canónico sin potestad penal, continuó en libertad paseando a su antojo por las calles de Roma.

La pena que le espera por pederastia oscila entre seis y siete años de prisión, a los que se sumarían otros que investiga ahora un tribunal especial, como atesoramiento y divulgación de pornografía infantil. Además, puede ser extraditado a República Dominicana o a su Polonia natal, cuando antes la Iglesia negó esa posibilidad.

Wesolowski inició su carrera diplomática a la sombra de su paisano, Juan Pablo II, y la continuó con su sucesor Benedicto XVI. Fue su representante en Costa Rica, Japón, Suiza, India, Bolivia y Kazajistán, donde también abusó de menores.

Cada año se presentan ante las máximas autoridades de la Iglesia católica unas 600 denuncias bien fundadas contra sacerdotes que han cometido abusos sexuales. Si fueran atendidas, el Vaticano sería insuficiente para albergar a tanto delincuente.