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Este puente se hizo en Lagos y se pasa por arriba

Para Hugo Gutiérrez Vega

E

l breve mensaje que da título a este texto y que fue colocado en los accesos de un puente de Lagos de Moreno, es una de las simpáticas anécdotas que se cuentan sobre esta bella ciudad de los Altos de Jalisco. Hay varias versiones de su origen, pero la más factible es que el ayuntamiento, para resarcirse de la fuerte erogación, estableció un pago de dos tlacos a todo el que pasara por el puente. Con el fin de eludirlo, muchos lo cruzaban por debajo, particularmente en época de secas, cuando el río tenía poca agua.

Por otra parte, en el famoso libro El alcalde de Lagos y otras consejas, Alfonso de Alba cuenta que el letrero original decía: Este puente se hizo en Lagos con dinero de San Juan y se pasa por arriba como ustedes lo verán. Él opina que la causa de esa cuarteta fue el resentimiento, debido a que en 1824 poco después de la consumación de la Independencia, Lagos logró el título de ciudad. Esto causó malestar y envidias entre las villas vecinas. Una de ellas, San Juan de los Lagos, que era muy opulenta, ya que aquí se levantó el segundo santuario católico más importante de México, lo que generaba buenos ingresos que ayudaron en la construcción del puente.

En lo que se refiere al pasado prehispánico de la región, diversas excavaciones arqueológicas han encontrado evidencias de asentamientos humanos del año 220 antes de Cristo. A la llegada de los españoles poblaban el valle laguense indios seminómadas, llamados cuachichiles o cabezas rojas.

Lagos de Moreno se fundó en 1563 con el nombre de Santa María de los Lagos, con el título de villa, ya que contaba con menos de 100 familias fundadoras. De haber rebasado esa cifra, habría recibido el nombramiento de ciudad. El primoroso templo parroquial estilo barroco, que adorna la arbolada plaza principal, data de 1741. Se construyó por iniciativa del cura Diego José Cervantes, queretáno de nacimiento, utilizó hermosa cantera rosa proveniente de ese lugar. El principal alarife autor de las obras fue Nicolás de Santiago, indio del pueblo de La Laguna.

Otro de los sitios significativos es el antiguo convento de monjas capuchinas, edificado como beaterío en 1742. Un decreto del rey lo convirtió en Real Convento de Pobres Capuchinas en 1756. A partir de 1867 funcionó como liceo y actualmente es Casa de la Cultura y Biblioteca pública. Los laguenses hablan de que existe una red de túneles subterráneos que interconectaban conventos con iglesias y fincas de personajes relevantes. Actualmente, sólo existe una parte del túnel ubicado en la casa que habitó el insurgente Pedro Moreno, cuyo apellido da nombre a la población.

Otros lugares dignos de visitar son el teatro Jose Rosas Moreno, la Casa del escritor Salvador Azuela y el templo del señor del Calvario, cuyo frontispicio fue inspirado en el de la basílica de San Pedro. Está en lo alto de un cerro, lo que brinda una vista espectacular de la ciudad y sus fértiles alrededores. Es digno de reconocer el cuidado que han tenido los laguenses para conservar su patrimonio histórico y arquitectónico.

Por supuesto que también tiene su gastronomía propia. La degustamos gracias a nuestros amables anfitriones de la Corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana, que preside Rocío Serrano y el apoyo del director de Cultura, Rubén Hernández. Nos mandaron preparar un delicioso mole de arroz con espinazo, que también puede ser con pollo. El restaurante situado en el Centro Histórico tiene el sugestivo nombre de Santo Remedio; ocupa una bonita casona con patio, colorida decoración y equipales.

Para la noche hay un sitio alucinante en todos los sentidos, la fonda los Murales. Tiene una abigarrada decoración que incluye antigüedades, pinturas y una catrina monumental, a la que cambian de atuendo según la temporada. Su dueño Jesús Dávila Aguilar, quien suele disfrazarse como personajes históricos, ha buscado preservar las recetas de los abuelos, entre las que destacan la sopa xiconaqui, las empulcadas y las pacholas.