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Ver día anteriorLunes 13 de octubre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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WWF: déficit ecológico
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ada año, la Secretaría de Relaciones Exteriores reúne en México a nuestros representantes diplomáticos para darles información de primera mano y, de paso, pedirles que destaquen en los países donde están asignados las cosas positivas que México tiene y los logros alcanzados por la administración federal. A esa reunión concurre como invitado especial el Presidente de la República. Es un deber que el personal diplomático divulgue los avances del país en diferentes materias. Pero esa tarea no siempre resulta fácil, pues los medios de comunicación suelen destacar otras noticias que resultan más impactantes para la opinión pública.

Por ejemplo, los dos meses recientes los principales medios informativos del mundo dieron cuenta del asesinato de 22 personas por integrantes del Ejército en el municipio mexiquense de Tlatlaya y la forma en que el gobernador de esa entidad y su procurador trataron de ocultar el crimen. Se muestra el saqueo de comercios que hacen habitantes de Los Cabos luego de los destrozos que dejó a su paso el huracán Odile. Otro día, el enorme derrame de tóxicos de la mina explotada por el Grupo México en el norte de Sonora. Se comenta la corrupción que distingue a funcionarios, politicos y legisladores, mientras la calidad de vida de los mexicanos en cuanto a seguridad, salud, ingreso disponible y acceso a Internet está por debajo del promedio de las 34 naciones que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En otro análisis, la OCDE nos coloca en los últimos lugares donde la gente quisiera vivir. O la horrenda muerte de 49 normalistas por narcopolicías en Iguala. Y ahora en Mazatlán, el de Atilano Román, líder del movimieno de desplazados por la construcción de la presa Picachos.

En el plano ambiental, se informa que el país perdió entre 1990 y 2011, 353 mil kilómetros cuadrados de selvas y bosques. Equivale a la extensión que tienen juntos los estados de Colima, Oaxaca, Aguascalientes y Chihuahua. En ese lapso, los árboles y la biodiversidad que ellos protegen con su follaje disminuyó de 52 a 34 por ciento. Esto ocurre cuando los gobiernos de esos años ensalsaron sus logros ambientales. El del becario de Harvard presumió campeonato mundial en reforestación.

Tan enorme devastación ecológica se relaciona con el más reciente informe del World Wildlife Fund (WWF), la organización no gubernamental que tiene como distintivo al osito panda. Cada dos años desde 1996, la que en español se conoce como Fondo Mundial para la Naturaleza publica un informe Planeta vivo, sobre el estado de la biodiversidad y el efecto que tienen las actividades humanas en los recursos naturales. En el más reciente se destaca que las demandas de la humanidad sobre el planeta son 50 por ciento mayores de lo que la naturaleza puede regenerar. A este ritmo, son necesarios 1.5 planetas para producir los recursos que permitan soportar la huella ecológica humana. Por ejemplo, si las personas cortan madera más rápido de lo que los árboles pueden producir, extraen agua a mayor velocidad de lo que los acuíferos se reponen o emiten CO2 más rápido de lo que la naturaleza puede absorber. México contribuye a ello con la deforestación, el uso irracional del agua y su modelo energético derrochador.

Por otro lado, el informe señala que los países de altos ingresos afectan a la naturaleza cinco veces más que los que son pobres, y que las poblaciones de peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos han caído más de la mitad desde 1970. La mayoría de estas pérdidas se localiza en América Latina.

El déficit ecológico que presenta la WWF compromete el bienestar y futuro de la humanidad. No sólo por la pérdida y degradación del medio y el mal uso de los recursos, sino también por el cambio climático. Por eso en el informe se llama a gestionar, utilizar y compartir los recursos naturales de tal forma que no se sobrepase los límites del planeta y así garantizar la seguridad de alimentos, agua y energía para todos. Propone estrategias para producir mejor, consumir de manera más inteligente, reorientar los flujos financieros y asegurar una administración equitativa de los recursos disponibles. Precisamente lo que falta en México.