Pretoria, 17 de octubre.

Para satisfacer a la sociedad, el fiscal Gerrie Nel pidió este viernes una condena de al menos 10 años de cárcel para el paralímpico sudafricano Oscar Pistorius, culpable del homicidio involuntario de su novia Reeva Steenkamp, en febrero de 2013.

La juez Thokozile Masipa, quien preside el tribunal desde hace más de siete meses, anunciará su sentencia el próximo martes.

Fue la primera vez que la fiscalía dijo el castigo que quiere para el atleta de 27 años, quien en 2012 se convirtió en el primer corredor con piernas amputadas que compitió en unos Juegos Olímpicos.

La víctima murió en un pequeño cubículo detrás de una puerta cerrada. Tres balas le destrozaron el cuerpo. Este es un asunto serio, la negligencia raya en algo intencional, resaltó Nel.

En el último día de los alegatos del proceso, el abogado de Pistorius pidió una condena a trabajos de interés general para el sudafricano, argumentando que ya había sufrido bastante tras el homicidio involuntario de su pareja en 2013.

Tras casi una hora de alegato, Barry Roux reclamó una condena útil para la sociedad. Antes, había intentado convencer de que los remordimientos del acusado eran sinceros y de que Pistorius sólo deseaba una cosa: hacer todo el bien posible.

Después el fiscal tomó la palabra para exigir una condena más dura, pero el abogado argumentó que ningún castigo puede ser peor que el que (Pistorius) atravesó desde hace 18 meses, y recordó que el atleta había sido presentado por la prensa del mundo entero como un asesino frío.

La juez aceptó en septiembre la versión de Pistorius según la cual mató a su novia de cuatro balas disparadas a través de la puerta del baño, creyendo que era un ladrón.

Roux insistió en los sinceros remordimientos del acusado por haber matado a una persona que amaba. El dolor de Oscar nunca desaparecerá (...) el traumatismo emocional es el peor castigo, dijo, y recordó que el paralímpico lo había perdido todo y que ya no tenía dinero.

No solo está en la quiebra, sino que está roto. Ya no queda nada de este hombre, dijo Roux, quien agregó que su cliente no tiene ni siquiera dinero para pagar sus gastos legales. No le queda nada.

Pistorius lloró a mares cuando Barry Roux describió su caída, pasando de ídolo deportivo a asesino.

Luego, el defensor recordó varios casos de la jurisprudencia sudafricana, en los que un acusado que había matado a un miembro de su familia en circunstancias similares no cumplió condena o sólo una pena no carcelaria. Aludió al caso de Rudi Visagie, un jugador de rugby internacional que no cumplió condena tras matar a su propia hija en 2004, al confundirla con un ladrón.

Hay que hacer justicia, pero ésta debe ser dictada con compasión y humanidad, alegó el abogado, y citó en varias oportunidades el principio de Ubuntu, un humanismo atento al ser humano destacado por Nelson Mandela, que se ha convertido en un valor fundamental de la sociedad sudafricana posterior al Apartheid.

También recordó el hadicap de su cliente. Según él, colocarlo en la sección médica de la prisión central de Pretoria, como se mencionó, no sería un castigo apropiado. En ese departamento es un paciente y no puede salir ni participar en las actividades propuestas a los otros prisioneros.

El fiscal respondió que Pistorius, durante su carrera deportiva, siempre quiso ser considerado un hombre como los otros. El se refiere a su invalidez cuando le conviene, se burló Gerrie Nel.