El festival es escenario del reclamo de justicia por el caso Ayotzinapa: Leticia Sánchez Medel
Sábado 25 de octubre de 2014, p. 3
La muerte del joven Ricardo de Jesús Esparza Villegas, estudiante de Guadalajara que acudió con sus compañeros a Guanajuato a disfrutar el Festival Internacional Cervantino (FIC), es una mancha que permanecerá en la memoria de ese encuentro, considera la periodista Leticia Sánchez Medel, autora del libro Voces del Cervantino.
Editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes para su colección Periodismo Cultural, el volumen rescata los testimonios de 30 colegas de la autora que han realizado la cobertura del FIC.
En opinión de Sánchez Medel, el Cervantino no es sólo lo que ocurre en los escenarios o lo que se lee en la prensa. Muchas historias no escritas quedan almacenadas en los recuerdos de los protagonistas y del público. Los periodistas se quedan con anécdotas a veces más ricas que lo que se publica.
Como reportero, el Cervantino se disfruta y se padece, se pasan hambre y enfermedades, pero es un privilegio. Nos pagan por presenciar los mejores espectáculos y charlar con grandes artistas, aunque a veces los periodistas no nos damos cuenta de la importancia de las vivencias que se quedan en el tintero, y si no las escribimos se van a perder. Por eso hice este libro donde el lector podrá enterarse de cómo se cocina el Cervantino.
Aunque en diversos momentos del festival se han dado protestas y manifestaciones sociales, aunado al acoso a los jóvenes que se incrementó cuando llegaron los gobiernos panistas a Guanajuato, jamás había ocurrido la muerte de un visitante, continúa la autora.
“Es muy lamentable, pues se suma al clima de indignación por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. No sabemos qué rumbo tomará la situación, pero los estudiantes y la sociedad están muy activos pidiendo justicia, y el festival, sin duda, ha sido escenario de ese clima.
“En la inauguración del FIC hubo muchachos manifestándose afuera del Teatro Juárez y otros gritaban consignas en la Alhóndiga de Granaditas, lo cual ya es parte de la memoria del encuentro y sin duda hará que se desarrolle de modo diferente en el futuro.
Los periodistas que llevamos años cubriendo el Cervantino somos testigos de incongruencias tales como la venta sin restricciones de bebidas alcohólicas a los jóvenes e inmediatamente la policía hostigándolos por llevar el vaso con cerveza o tener aliento alcohólico. Eso se debe replantear.
Pasión por el periodismo cultural
El libro Voces del Cervantino se comenzó a gestar cuando Sánchez Medel hizo un amplio recuento de lo más relevante del festival con motivo de su edición 25: “Fue un trabajo arduo, pero por fortuna en ese momento el FIC contaba con un buen centro de documentación el cual, en ediciones posteriores, se perdió debido a los cambios de administración no sólo del propio encuentro, sino del gobierno de Guanajuato.
Hay colegas que narran haber encontrado documentos en la basura, incluso fotos y videos. Uno pensaría que un festival con la trascendencia del Cervantino tendría una muy buena memoria documental, pero buena parte está perdida.
Por ese motivo, y luego de dedicar largas horas a la investigación hemerográfica para reconstruir una parte de los recuerdos cervantinos de lo publicado en la prensa durante más de cuatro décadas, Leticia decidió recuperar testimonios de sus colegas.
Hace dos años publicó una primera entrega en el libro Visiones de un mismo escenario, editado por FIC con motivo de sus 40 años.
Ahora, preparó “un libro muy ágil que refleja no sólo la personalidad de cada reportero, sino su forma de buscar la nota. En opinión de algunos académicos, el volumen llena un hueco en cuanto a materiales que pueden utilizarse en la carrera de comunicación, pues casi no hay libros de texto de periodismo cultural.
Los periodistas culturales desempeñamos nuestro oficio con una exigencia diferente, no sólo porque hay que saber quién es quién y contextualizar los temas. Tenemos un trabajo donde permea la pasión, lo cual nos hace, por ejemplo, dedicar todo el empeño primero a escribir y mandar nuestra nota, y luego comer o ir al médico. Después de todo, es un regalo que nos paguen por las experiencias del día a día, porque disfrutamos, gozamos y no podemos dejar la bohemia.