Expiar culpas o pedirle un favor mueve a fieles a la iglesia de San Hipólito
Miércoles 29 de octubre de 2014, p. 36
La devoción se desbordó en calles del Centro Histórico. Decenas de peregrinaciones tuvieron como destino la iglesia de San Hipólito, en el cruce del Paseo de la Reforma y la avenida Hidalgo, para venerar a San Judas Tadeo, patrono de las causas perdidas
.
El espacio fue insuficiente para albergar a los miles de creyentes, que desde la noche del lunes comenzaron a llegar a ese recinto religioso, por lo que tuvieron que disputar cada pequeño espacio a las decenas de vendedores que instalaron puestos metálicos semifijos alrededor del templo.
Estos últimos ofrecieron comidas, bebidas y artesanías, pero sobre todo representaciones del santo, lo mismo estampadas en playeras o en cromos, que realizadas en yeso, cerámica, madera, cartón o incrustadas en collares, diademas, anillos, aretes u otro tipo de recuerdos.
Las vialidades cercanas, como Paseo de la Reforma, Circuito Interior, Juárez, Balderas, Eje Central, Tlalpan y México-Tacuba se vieron saturadas todo el día por las peregrinaciones. Las que más llamaron la atención fueron las que iban acompañadas de mariachi para cantar Las Mañanitas al santo, entre el estruendo de los cohetones que lanzaban al aire.
La misma atracción tuvieron los fieles que llegaban con enormes figuras de San Judas, algunas hasta de dos metros de altura, o bien pesados retablos con cientos de flores que rodeaban su imagen, como si el tamaño correspondiera a las culpas o mandas
que iban pagando o a los favores que iban a pedir.
Hubo quienes decidieron no caminar y arribaron a esa iglesia en Metro, microbuses y autobuses. Otro lo hicieron a bordo de autobuses foráneos o en bicicleta.
Policías preventivos trataron de evitar que la magna concentración religiosa afectara el tránsito vehicular y por momentos se vieron rebasados, a pesar de que fueron cerradas vialidades y se modificó la ruta de circulación del Metrobús que pasa por ahí en su trayecto de Etiopía a Tenayuca.
En los rezos, los seguidores de San Judas prácticamente imploraban por todo: empleo, salud, dinero, protección, felicidad y hasta por una pareja. Las historias de vida agradecían en papeles colgados del manto del santo la cura de cáncer, haber conseguido trabajo y dinero, o bien la liberación de algún familiar que estaba en la cárcel o haberlos protegido de alguna agresión.