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De nuestras Jornadas

Otoño caliente

P

or estas fechas, hace un año, las calles de Xalapa, Orizaba y Veracruz se veían llenas de maestros y estudiantes que protestaban por la reforma educativa. Miles de profesores, sin distinciones sindicales, se movilizaron con integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y del Movimiento Magisterial Popular Veracruzano (MMPV), aunque en medio de todo aparecían orejas e infiltrados, como suele suceder en esta clase de expresiones públicas fuera del control del Estado.

El insólito levantamiento de un sindicalismo magisterial oficial, habitualmente dócil y sojuzgado por los intereses político-caciquiles de líderes de la catadura de Juan Nicolás Callejas, de la sección 32 del SNTE, no alcanzó sus objetivos primarios y, salvo reductos pequeños pero significativos del MMPV y la CNTE, ahora es sólo una anécdota avasallada por la imposición de las nuevas reglas del juego del gobierno peñista.

El otoño de 2013 sólo se parece al actual en cuanto hace al dinamismo social, encendido por la brutal acción en Guerrero de criminales y cuerpos policiales, quienes en consonancia asesinaron a seis normalistas de Ayotzinapa y desaparecieron a 43.

De nueva cuenta, estas ciudades observan las filas compuestas casi en exclusiva por estudiantes y algunos catedráticos universitarios expresando su indignación no sólo por los muchachos guerrerenses, sino por todos los veracruzanos que padecen la violencia institucional en forma de pobreza, desempleo e inseguridad, proveniente de una clase política degradada y anémica de credibilidad

Al igual que en el resto del país, en Veracruz la indignación sigue latente; la inconformidad acumulada durante años de agravios está presta a exteriorizarse en otras formas. El encendido y viral discurso de Julián Ramírez, representante de la asamblea estudiantil de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana (UV); las marchas y tomas de instalaciones de diversas facultades de la UV, de la Benemérita Escuela Normal Enrique C. Rébsamen y de otras instituciones, además de las manifestaciones de telefonistas y otros trabajadores que se han sumado al paro nacional, permiten prever que este otoño será una estación caliente.

Voces oficiales aseguran que difícilmente se verá un nuevo 68. Quién sabe.