colorancaal poder?
uando me toca decir sobre Uruguay siento, y luego… trato de pensar. Siento que falta el maestro que enseñaba a pensar (Alberto Methol Ferré), el periodista que nunca pude emular (Luvis Pedemonte), el fotógrafo y grabador que sólo sabía vivir (Naúl Ojeda), y el cumplido del escritor que a mi hija mayor le dijo eres un sol
.
A los bien nacidos en algún lugar de lo que dio en llamarse Provincias Unidas del Río de la Plata
(1811-31), les resulta injusto que Uruguay sea tratado como paisito
. Milongueramente, con energía, Alfredo Zitarrosa les marcaba el compás: fuimos un balcón al frente / de un inquilinato en ruinas / el de América Latina frustrada en muchos amores / cultivando algunas flores, entre Brasil y Argentina
.
La historia política uruguaya nació de un par de entes insalvables, y conflictiva evolución: una identidad subestimada por Argentina y seducida por Brasil, y la conciencia nacional que Artigas forjó: “Habrá patria pa’ todos, o patria pa’ naides”. Sólo la perversa cartografía colonial dibujada por lord Ponsomby (y puesta al día por Washington), podría entonces explicarnos los frustrantes capítulos en el proceso de integración económica y política del Plata.
Cuando Argentina no subestimaba a Uruguay, y Brasil lo acorralaba con su maldición geopolítica. Gigantes
que en el siglo pasado soliviantaron la alternancia
de blancos
y colorados
, partidos que desde su formación en 1836 tuvo 57 presidentes colorados
, y apenas 10 de los blancos
o nacionales
.
En las filas coloradas hubo grandes reformadores sociales, como José Batlle y Ordoñez (presidente en 1903-07 y 1911-15), aunque su referente de democratización estaba en Suiza. Y personajes nefastos, como Juan María Bordaberry, quien al año de ejercer el poder pateó el tablero de la alternancia
vacuna, acabó con el mito de la Suiza de América
, y le sirvió en bandeja a los militares de la Operación Cóndor la dictadura que desangró al país (1973-85).
Un mito que, en todo caso, había chicaneado en 1954 otro presidente, Luis Batlle Berres (1947-51), sobrino nieto de aquél: Luego de haber visitado Suiza puedo asegurarles que este país puede ser considerado como el Uruguay de Europa
, dijo el que sería papá del presidente Jorge Batlle (2000-05), y bisnieto ¡uf!... del presidente Lorenzo Battle (1868-72).
Hasta cierto punto, el comentario de Batlle Berres fue premonitorio, pues bancos, financieras y aseguradoras se convirtieron, con los años, en el sector dominante de la economía uruguaya.
Por eso, cuando Brasil y Argentina sentaban las bases del Mercosur (1985-91) y Uruguay se rencontraba con la alternancia democrática
, el poder coloranco
(Julio María Sanguinetti, 1985; Luis Alberto Lacalle, 1990; Sanguinetti otra vez, 1995; Jorge Batlle, 2000), siguió desguazando 20 años más el país, dejando a 900 mil personas sin empleo en una población total de 3.5 millones, y una deuda equivalente a 114 por ciento del PIB.
En 2005, el Frente Amplio de Izquierdas (FA) ganó los comicios presidenciales con el médico Tabaré Vásquez, en 2010 con el ex guerrillero tupamaro José Mujica, y el domingo entrante todo indica que el primero volverá a la presidencia hasta 2020.
Sin embargo, frente a la crisis económica mundial en curso, y a pesar de notables indicadores de mejoría social y una política de redistribución que, según el Banco Mundial, ubica a Uruguay como líder subregional en el ingreso real por habitante (17 mil 343 dólares), no parece haber claridad en torno al rol que Tabaré jugará en el Mercosur, Unasur y Celac.
Para el brigadier general (r) Walter Martínez, Tabaré ha mostrado “…una clara disposición a asociarse con el gobierno imperialista de Estados Unidos, en contraste con otros gobiernos de la región”.
Asimismo, el ex alto oficial de la Fuerza Aérea uruguaya recuerda, asimismo, asuntos que en su primer mandato generaron conflicto en las filas del FA: intento de firma de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, rechazado por el pueblo; solicitar ayuda a W. Bush frente a una eventual invasión de Argentina
(sic) a causa del conflicto ribereño con la pastera finlandesa Botnia, y vetar la ley de salud reproductiva aprobada en el parlamento por el FA.
Martínez cuestiona que, sin considerar su calidad de ex presidente de una coalición de izquierdas, Tabaré asumiera el cargo de asesor del FMI “…organismo repudiado por nuestro pueblo durante décadas”. O que haya recurrido al apoyo de la derecha más recalcitrante
y conservadora (el Opus Dei), para oponerse a la ley en el tema del aborto aprobada en la bancada del FA, y defendido nuevas relaciones
con Estados Unidos en el conservador Woodrow Wilson Center de Washington.
“Ya es tiempo de dejar de pasarnos cuentas por el pasado, y de pensar en instaurar una ‘agenda común’”, dijo Tabaré (31/5/14). Y ampliando la puerilidad de su pensamiento, manifestó a otros medios que percibía un cambio
(sic), en la actitud de Washington hacia América Latina, y la oportunidad de llegar a “…relacionarnos de otro modo, con tolerancia, con respeto, con igualdad de condiciones a pesar de las diferencias”.