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Antes de renunciar, el fundador reprochó al partido su ausencia de la lucha social

Poco se dijeron hoy Cárdenas y Navarrete
 
Periódico La Jornada
Miércoles 26 de noviembre de 2014, p. 17

Cuauhtémoc Cárdenas y Carlos Navarrete se dijeron menos frente a frente de lo que se han dicho por escrito. El diálogo entre compañeros fue un escarceo, un intercambio de nada, como probó, horas más tarde, la renuncia de Cárdenas al partido que fundó.

¿Se fue Cuauhtémoc o lo corrieron? Mientras Carlos Navarrete lanzaba las flores del diálogo con el líder moral, por ejemplo Jesús Zambrano, uno de los dos “chuchos mayores”, publicaba un artículo en el que acusaba al ingeniero de tener una “visión chata, limitada. Son propuestas (la renuncia de la dirección nacional) que sólo atizan las campañas de odio en la izquierda, y apuntan y ayudan al mantenimiento del statu quo, a la continuidad de lo existente, en beneficio de los enemigos del verdadero desarrollo del país”.

Zambrano mataba, con su texto al menos provocador, tres pájaros de un tiro: corría, en los hechos, a Cuauhtémoc, y le ponía una camisa de fuerza a Navarrete, porque no vaya a ser que se le ocurra imitar a Miguel Barbosa. Después del golpe, Zambrano no tuvo empacho de escribir en Twiter una felicitación a Cárdenas y Navarrete, porque mostraron vocación democrática de cara al país.

¿El tercer pájaro? Seguir la línea argumental del gobierno: si nuestro Gran Proyecto (en este caso, el de la izquierda moderna) no prospera, no es por nuestros errores, sino por los ”factores externos”: para la administración de Peña Nieto, la economía de Estados Unidos; para los chuchos, las décadas de dominio neoliberal. La presente, escribió el sonorense Zambrano, no es una crisis del PRD, sino una crisis del país en su conjunto.

Cárdenas acusó recibo cuando, en su carta de renuncia, afirmó que no sería cómplice de decisiones tomadas por miopía, oportunismo o autocomplacencia.

Renuncia cantada

Consumada la renuncia, la corte de los opinócratas dice que era obvia, aunque nadie la anticipó. Cantada estaba, eso sí, desde el aniversario 25 del PRD, el pasado 5 de mayo, como se dijo en estas páginas: “Llegaron vivos. Y juntos. Más que felicitarse, sin embargo, los dirigentes perredistas que arriban temprano al Teatro de la Ciudad parecen sorprenderse. Frágil la unidad, hondas las diferencias, el PRD llega a los cinco lustros sin haber expiado los pecados de su origen y quizá más amarrado que nunca al poder presidencial.

“En Cuauhtémoc Cárdenas reconocen al guía moral, a la figura que echar por delante a la hora de convocatorias que demandan el peso de la historia. Pero no votarían, no votarán por él para dirigir de nueva cuenta el partido cumpleañero.

“Tampoco le aplauden, o al menos no lo hace un sector del auditorio (Jesús Ortega en la primera fila, por ejemplo), cuando se despacha con una dura crítica al partido que fundó.

“El ingeniero abre boca con algunos de los puntos esenciales de la proclama de 1988, un retrato del partido que entonces se soñaba: ‘Un partido donde circulen las ideas y receptivo a la crítica, una organización donde no existan estructuras y aparatos más allá de los previstos estatutariamente… Que se maneje internamente con una democracia transparente…’

“Habla Cárdenas del partido soñado donde la acción colectiva y ‘la conducta personal de cada uno de sus miembros (ofrezca) la imagen tangible de aquello que propone para el país y para la sociedad’. Suelta la bomba de la autocrítica, resumida en una pregunta: ‘¿Qué tan cerca o que tan lejos estamos de nuestro propósito original?’

“Asume su cuota de responsabilidad y atribuye también parte de la culpa a la ‘hostilidad’ del Estado y los poderes fácticos, pero igual resume: ‘Yo respondería que nos encontramos más lejos que cerca de lo que nos propusimos y nos comprometimos a construir hace 25 años’.”

Ahí, en ese discurso de hace seis meses, en esa pieza anterior a Ayotzinapa, están las claves recientes de la ruptura, aunque se remonten por lo menos a hace una década, cuando en medio de la tormenta de los videoescándalos, los congresistas de Nueva Izquierda acompañaron la salida de Cárdenas –quien entonces renunció no a su militancia, sino a sus cargos partidistas– con el grito de ¡Obrador, Obrador!

Hoy, Andrés Manuel López Obrador está en otro partido y las corrientes mandan más que nunca. Como entonces, prometen achicarse –es el turno del dueño de ADN, Héctor Bautista– para dar paso al fortalecimiento institucional del partido, aunque los jefes de cada tribu volteen a verse unos a otros a ver quién es el valiente que da el primer paso.

Mientras Zambrano escribe en las redes que una forma de evadir la generación de ideas es pedir renuncias o refundaciones en todos lados y eludir que la democracia implica un proceso, Cárdenas vive su última reunión con el PRD: reprocha a su partido estar ausente de las luchas sociales del momento y que incluso se haya sugerido a sus militantes acudir a las marchas sin las camisetas del partido.

Después de una intervención de Carlos Navarrete, en la que lo más sustancioso es su rechazo a las alianzas electorales con el PAN –quizá sólo porque en Sonora no la cocinaron los chuchos– Cárdenas vuelve a tomar la palabra y suelta una expresión que cobra sentido horas más tarde: habla de la necesidad de dar la lucha dentro y fuera de las organizaciones partidarias y de reflexionar decisiones personales, con lo que alude, sin decirlo, a su salida del PRD.

Cierra la jornada Navarrete: Muy lamentable la renuncia de Cárdenas. Se cierra una etapa en la vida del PRD. Seguiremos luchando por México junto a millones de mexicanos que están en nuestras filas y muchos más que nos han dado su voto. Ahora, ¡a seguir trabajando por nuestro país!

El presidente del PRD se define así en su perfil: Soy un demócrata, pertenezco a una izquierda del siglo XXI. Abierta, moderna, tolerante, con propuesta y no sólo con crítica.

Ahí está la esencia del conflicto. Recuérdense las palabras de Cárdenas el 5 de mayo: Solamente al régimen entreguista y neoliberal le sirve ese discurso que dice que hay que ser una izquierda moderna o alejada de radicalismos. Los principios no son una moda.