No es una derrota definitiva, señalan operadores políticos rusos
Martes 2 de diciembre de 2014, p. 29
Moscú.
Moldavia –pequeño país de la ex Unión Soviética, cuya población está dividida en torno a los proyectos que promueven los políticos y que sobrevive exportando mano de obra barata hacia occidente y oriente de sus fronteras– acudió a las urnas este domingo para resolver, mediante elecciones parlamentarias, un dilema: seguir avanzando hacia la integración con la Unión Europea o revertir ese proceso y redirigirlo hacia un mayor acercamiento con Rusia.
Con casi 88 por ciento del escrutinio, cifras dadas a conocer este lunes, se impuso la asociación con Bruselas a la unión aduanera que ofrece Moscú.
El Partido Liberal-Democrático, del primer ministro Iurie Leanca y del anterior premier Vlad Filat, actual líder del partido, con 19 por ciento de los votos, volverá a formar coalición gobernante con el Partido Democrático, 16 por ciento, y el Partido Liberal, 10 por ciento.
De ese modo, los políticos pro europeos, en el poder en Moldavia desde 2009, cuentan con un respaldo de 45 por ciento del electorado, que se traducirá en 58 escaños del total de 101 del Parlamento, ocho diputados más de los que tenían en la legislatura que acaba de terminar.
La participación apenas rebasó 56 por ciento del padrón, la más baja de los 15 años recientes, y de los 3 millones 200 mil moldavos con derecho al voto casi un millón trabajan en otros países, Rusia en primer término.
El triunfo de los partidos pro europeos se opaca con la desigualdad de condiciones para sufragar que estableció el gobierno de Moldavia para sus ciudadanos en el extranjero (aquí en Rusia, con más de 600 mil moldavos, se habilitaron sólo cinco lugares para poder votar y, a modo de ejemplo, en Italia, con 150 mil moldavos, 25).
Por otro lado, de nada sirve que el Partido Socialista, de Igor Dodon, respaldado por el Kremlin, encabece el conteo con cerca de 22 por ciento, debido a que aun si llegara a sumar el 17 por ciento del Partido Comunista, de Vladimir Voronin, también pro ruso, no superarían juntos 39 por ciento de los votos.
Y Moscú sabe desde hace tiempo que esa alianza –entre dos formaciones que proclaman metas similares, pero cuyos líderes se acusan de traidores– es prácticamente imposible, a menos que formaran parte de una coalición más amplia que hiciera posible formar gobierno.
Por ello, apenas en septiembre pasado, cuando obtuvo su registro, emergió en la escena política de Moldavia una tercera fuerza pro rusa, el Partido Patria, que con una potente campaña en los medios, conciertos gratuitos de artistas rusos famosos y todo tipo de promesas populistas llegó a aspirar a 10 por ciento de apoyo en las urnas, según las encuestas de intención de voto.
Bajo el liderazgo de un controvertido personaje, Renato Usati, joven empresario ruso de origen moldavo, Patria fracasó como bisagra entre socialistas y comunistas: unos días antes de la votación, por decisión judicial, se prohibió su participación por utilizar en la campaña fondos no declarados procedentes del extranjero, cuyo monto cercano al millón de dólares se confiscó en favor de Moldavia.
Los operadores políticos del Kremlin apostaron todo a una carta arriesgada que, a fin de cuentas, les hizo perder estas elecciones. Sostienen que no es una derrota definitiva y argumentan la diferencia de 6 puntos porcentuales entre la coalición pro europea que gobernará en Moldavia y la oposición pro rusa sugiere que la partida sobre el futuro de ese país aún no concluye.