Los Cojolites dan a conocer hoy Zapateando en el Museo de la Ciudad de México
El son jarocho se negó a morir: está vivo y en transformación
El nuevo disco es un homenaje a los viejos jaraneros que se resistieron a sepultar nuestra música
, considera Ricardo Perry, director del grupo
La presentación es de entrada libre
Viernes 19 de diciembre de 2014, p. 9
El grupo de son jarocho Los Cojolites presenta hoy su nueva producción, Zapateando, en el Museo de la Ciudad de México.
En entrevista con La Jornada Ricardo Perry, director y fundador del grupo, definió Zapateando como un homenaje a nuestra gente, de quienes somos depositarios de nuestra cultura. Es un homenaje a esos viejos jaraneros que se negaron a dejar sus instrumentos avasallados por las modas y el menosprecio institucional a nuestras costumbres y tradiciones. Que se resistieron heroicamente a dejar morir el son jarocho, que en un momento vivió una crisis de existencia y que hoy, gracias al esfuerzo de un gran grupo de personas preocupadas por nuestra cultura, goza de un renacer en la región y de una aceptación que ha acaparado la atención del mundo
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El álbum contiene nueve sones tradicionales interpretados con el estilo musical que distingue a Los Cojolites de entre cientos de grupos que participan en la etapa exitosa actual que vive el género, hoy día presente en la mayoría de los grandes festivales del país y del planeta, incluso en grandes producciones cinematográficas, gracias al tenaz esfuerzo de quienes han refundado su cultura a partir de este género y de otras manifestaciones de la cultura de los pueblos del sur de Veracruz, consideró Benito Cortés, uno de los integrantes fundamentales de Los Cojolites.
Versada sin edad
“Zapateando es un esfuerzo comunitario que demuestra la voluntad de nuestra gente, de quienes creemos en nosotros y en nuestra cultura, en la fiesta comunitaria como unión y cohesión, sobre todo en estos momentos en que tanta falta hace a nuestra patria”, abunda Cortés.
La versada de Zapateando constituyó otro elemento primordial para su manufactura, pues recoge/recaba/hurga en los viejos poetas soneros del sur de Veracruz, que sorprenden porque no tienen fecha de caducidad, que por el contenido de su discurso y métrica parecieran hechas en la actualidad, por ejemplo: Antes por ningún camino/ no había ninguna malicia./ Ahora lo que está reinando/ es la envidia y la codicia
, dice el verso de entrada de Las poblanas, son que recuerda la invasión estadunidense y que ha servido a lo largo del tiempo para manifestar la dignidad de los veracruzanos ante las injusticias. El álbum también recoge versos hechos por integrantes del grupo que han cantado en los fandangos comunitarios en los casi 20 años de su existencia.
Perry menciona que ya tenían ideado Zapateando en 2013, cuando fueron postulados al premio Grammy por su disco Sembrando flores. Ya estando por allá se les ocurrió ir a San Francisco, California, y echarse un clavado en el estudio de Greg Landau, quien a la fecha se ha convertido, junto con su disquera Round Whirled Records, en el productor del grupo, al participar en cuatro grabaciones.
Ricardo Perry menciona: “Zapateando ya lo teníamos pensado, porque sentíamos que debíamos un disco a nuestra comunidad, un disco que reconociera el esfuerzo de los viejos jaraneros por hacer que nuestro son jarocho persistiera. Así que decidimos hacer un disco con sones tradicionales. Con nuestro estilo. Recuperando versadas antiguas y versos propios”.
De origen clandestino
Perry hace una abertura en la caja negra de su retentiva y precisa: Hay que recordar que el son jarocho nació hace más de tres siglos, en la clandestinidad. Nació perseguido, como una música de los esclavos, de los pobres y del mestizaje. Siempre ha sido relegada del panorama oficial de la música. Pero el son se negó a morir; apenas hace unos 35 años sólo unos viejos lo tocaban en algunas comunidades, pero gracias a la grabación que hicieron Antonio García de León, Noé González y Arcadio Hidalgo, en la que tocaron de manera tan maravillosa, las nuevas generaciones se llenaron de inspiración, y hemos logrado un género muy fuerte y muy vivo. No lo hemos confinado al museo: es una música viva y en constante transformación
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Los Cojolites nacieron en 1995 como un taller y como parte de un proyecto de recuperación de las manifestaciones culturales de los pueblos de Cosoleacaque (que en legua nahua quiere decir en el Cerro de Los Cojolites
), Chinameca y Jáltipan, donde radica el grupo, proyecto que han trabajado de forma continua y que dio lugar, hace 16 años, al Centro de Documentación del Son Jarocho, dedicado al resguardo de la memoria, la historia y las manifestaciones de la cultura regional, así como a la enseñanza a niños y jóvenes, enseñanza no sólo musical, sino también de otras manifestaciones de la cultura local, como el telar de cintura, con la cooperación de la anciana de 82 años Leocadia Cruz o Tía Cayita, ganadora del Premio Nacional de Ciencias y Artes, a quien Los Cojolites dedican el son de La manta.
El próximo 28 en Jáltipan, Veracruz, estarán Los Cojolites en el festival de la región, donde se reúnen 20 grupos de son jarocho. Además habrá con una exposición con cien artesanos del sur de Veracruz.
La presentación del disco es hoy a las 20 horas en el Museo de la Ciudad de México (Donceles 36, Centro Histórico). Entrada libre.