Martes 23 de diciembre de 2014, p. 5
Saltillo, Coah.
En los tres órdenes de la administración pública, los integrantes del crimen organizado son vistos como parte de la estructura gubernamental, y para los empresarios y miembros del sector financiero son colegas y compañeros de negocios
, advirtió Raúl Vera López, obispo de Saltillo.
En su mensaje con motivo de la Navidad, consideró que es momento de reaccionar ante la barbarie de seguir construyendo un mundo solamente para unas pocas personas; Cristo nos invita a eso, y a que pongamos la mirada en los más vulnerables
.
Añadió que “Jesús nos convoca esta Navidad a que nos decidamos a construir otro mundo, otro México y otro Coahuila; a escuchar el clamor de los pobres, que están sufriendo en Coahuila, en el país y en el mundo.
Este clamor nos hace reaccionar para no seguir multiplicando el número de pobres que están sin trabajo, sin techo, sin alimento, sin justicia. Escuchemos la invitación de Jesús a abandonar las prácticas políticas y económicas que generan pobreza, violencia y desprecio contra las personas
, expuso.
Rumbo extraviado
Esta sociedad que expulsa y elimina a las y los hijos predilectos de Jesús, que cierra sus oídos a la voz de tantas víctimas, y que desecha a millones de pobres, está extraviando su rumbo, y hundiéndose en la propia corrupción y violencia que ella misma ha generado. La impunidad y el cinismo han sustituido a la justicia y al derecho, y la deshonestidad ha expulsado a la ética de las instituciones en las que se sustenta el entramado social
, aseguró.
Los grupos del así llamado crimen organizado son vistos por no pocos funcionarios de México y Coahuila como organismos simbióticos con las estructuras de los tres niveles de gobierno, municipal, estatal y federal. En el mundo empresarial y financiero que les lava el dinero, son vistos como colegas y compañeros de negocios
.
Frente a esto es preciso poner atención “en las mujeres y los niños víctimas de la trata y de la esclavitud moderna; en los jóvenes que no tienen el derecho a vivir las ilusiones del futuro que todo joven debería tener, mismos que son expuestos a una existencia cruel, donde su destino final es la muerte o la cárcel; en las personas que padecen hambre y en quienes mueren por esa causa; en quienes no gozan de un ingreso, producto de un trabajo estable; quienes tienen un trabajo con salarios miserables y deben deambular por las calles en el comercio informal, o alquilarse limpiando cristales, lavando coches o sirviendo como halcones”.