tendiendo al ritual mediático de cada fin de año, convendría realizar aquí un balance de las mejores películas exhibidas a lo largo de los 12 recientes meses. Más sugerente resulta, sin embargo, intentar un primer balance de las condiciones y espacios en que esas películas fueron exhibidas, y dejar al lector el placer y responsabilidad de identificar por sí mismo cuáles fueron los títulos más significativos.
De modo creciente, los críticos reseñan cada semana las películas que más les interesan o a las que atribuyen cualidades artísticas, en su opinión, muy sólidas. En la medida que se ha multiplicado la oferta fílmica en los circuitos alternativos, y que la cartelera comercial suele estar saturada por cintas hollywoodenses que acaparan hasta 80 por ciento de las salas en su duopolio de exhibición, resulta menos atractivo reseñar películas que los distribuidores promueven muy exitosamente, sea cual fuere su nivel de calidad. En este contexto, inclusive una reseña negativa se vuelve el ocioso acompañamiento promocional del último éxito en cartelera.
Lo interesante es señalar puntualmente qué títulos valiosos se estrenan en esa programación comercial o en un circuito cultural para muchas personas insuficientemente conocido. La ma-yoría de esas películas, por facilidad llamadas cintas de autor o de arte, suelen exhibirse por muy poco tiempo, y pasar por ello desapercibidas, o soportar sus títulos traducciones al español muy anodinas, a menudo desacertadas y nada sugerentes. La reseña fílmica restituye un poco la justicia escamoteada, confiere visibilidad a la cinta arrinconada, y propone opciones de interés o entretenimiento óptimos; en todo caso, no reñidas con la inteligencia de los espectadores.
En 2014 los comentarios críticos (favorables o desfavorables) a las películas exhibidas, se hicieron más por medio de los blogs de Internet y las redes sociales que en las páginas de los diarios, muchos de ellos reticentes ya a dedicarles un espacio digno. Por la vía electrónica se difunde y comenta ahora, con mayor oportunidad, la actividad de los festivales fílmicos nacionales, la programación de la Cineteca Nacional, la actividad de espacios de exhibición alternativos, la creación de cine clubes y todo tipo de actividades culturales relacionadas con el cine.
Al embate publicitario que promueve una sola realidad comercial (la cartelera y sus ofertas de temporada, comedias rutinarias, blockbusters seriados, clonados entre sí), se oponen con fuerza creciente las propuestas de una cartelera alternativa que las redes sociales y los blogs reactivan y renuevan incesantemente. Así, el duopolio de exhibición (Cinemex y Cinépolis) se ve obligado a ajustarse a esa realidad y a tomarla en cuenta con la creación (aún incipiente) de salas de arte en los complejos comerciales. Por su parte, una institución cultural como la Cineteca Nacional procura satisfacer con celeridad una demanda, a todas luces vigorosa, de buen cine.
Así, este año dicho recinto cultural vio crecer su aforo hasta alcanzar una asistencia de poco más de un millón de espectadores. En esta dinámica han quedado un tanto a la zaga las propuestas de Difusión Cultural de la UNAM, que en materia fílmica se advierten reiterativas, poco atrayentes y ayunas de imaginación. El FICUNAM representa, al respecto, un magnífico respiro que debiera tener oportunas y potentes reverberaciones en las salas Julio Bracho, José Revueltas y Carlos Monsiváis el resto del año.
A la cartelera alternativa la alimentan y enriquecen cada año eventos como Ambulante, gira de documentales, DOCSDF, el Tour de Cine Francés, la Semana de Cine Alemán, las giras de festivales nacionales (Morelia, Riviera Maya, FICUNAM), y una gran variedad de retrospectivas y estrenos nacionales independientes, así como las dos Muestras y el Foro Internacional de la Cineteca. En suma, una actividad cultural de magnitud, diversidad e impacto tan significativos que en poco tiempo se ha vuelto un referente internacional y una opción muy válida de entretenimiento frente a la monolítica y poco imaginativa oferta de la cartelera comercial.
La magnitud e impacto de dicha oferta revela al mismo tiempo grandes rezagos. El más evidente es la concentración de dicha oferta en la zona sur capitalina. Se ha visto que no basta con ofrecer sedes alternas de la Cineteca (creadas primero por razones coyunturales, desaparecidas luego sin mayor gloria), ni con multiplicar la creación de cine-clubes sin una programación atractiva y vigorosa.
Es preciso crear, dada la magnitud de la ciudad, una opción institucional, una suerte de Cineteca alterna en el centro o norte de la ciudad, con apoyos financieros suficientes y réplica de las propuestas del primer recinto, para fomentar o satisfacer las demandas de buen cine en zonas urbanas hasta hoy desatendidas. El éxito de la cartelera alternativa sugiere, como meta deseable, su ampliación en el espacio capitalino.