Año viejo y año nuevo
uerrero llega al final de 2014 en medio de una crisis política como no se había visto en muchos años, ni siquiera tras la matanzas de Chilpancingo, en 1960; la de copreros de Acapulco, en 1967; la de Aguas Blancas, Coyuca de Benítez, en 1995, o la de El Charco, Ayutla, en 1998.
El asesinato de normalistas en Iguala, el 26 y 27 de septiembre pasados, puso en jaque las estructuras de gobierno del estado y originó la renuncia del gobernador Ángel Aguirre Rivero; colocó al Partido de la Revolución Democrática (PRD) local y a su corriente mayoritaria, Nueva Izquierda, en crisis por haber postulado al alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, y generó por primera vez las condiciones para que se suspenda una elección.
Pero también en el ámbito nacional causó conmoción. Instituciones claves en el funcionamiento del país, como la Procuraduría General de la República, el Ejército y la Policía Federal, fueron severamente cuestionadas y no han logrado eliminar la sospecha de que los asesinatos de Iguala y la desaparición de 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa pudo haber sido un crimen de Estado.
El año que viene también se mira lleno de conflictos. La advertencia que ha lanzado la Asamblea Nacional Popular de que no habrá elecciones en 2015 tiene prendidos los focos rojos de la seguridad interior. El Instituto Nacional Electoral (INE), encargado de organizar los comicios, analiza qué estrategia pondrá en marcha, porque hasta ahora no ha habido un estado donde se suspenda una elección, por la razón que sea.
El 27 de octubre de 2015 tendría que estar tomando protesta el relevo de Rogelio Ortega en la gubernatura de Guerrero, y quien suceda al actual mandatario se va a encontrar con un escenario de muy difícil gobernabilidad.
Será 2015, pues, un año de muchos retos para los guerrerenses, para sus autoridades y para el país en general. Como suele suceder en estos casos, es necesario que todos los actores pongan lo mejor de sí para solucionar los graves problemas que enfrenta el estado y pedir que no se agraven.