nte la película Gloria, de Christian Keller, cualquier espectador estaría justificado en tener prejuicios. Después de todo, se trata de uno de los episodios más truculentos en la historia del showbiz mexicano. Una biopic sobre el ascenso y la escandalosa caída de la cantante Gloria Trevi se prestaría al peor de los sensacionalismos. Y, sin embargo, la película lo evita. Y funciona.
Sobre un afortunado guión de Sabina Berman, el director debutante Keller narra hábilmente su historia alternando entre la descripción detallada de cómo Trevi (Sofía Espinosa) inicia su carrera como ídolo popular en cuanto se pone en manos de Sergio Andrade (Marco Pérez) y el momento en que los personajes son arrestados por la policía brasileña y encerrados en prisión. De esa manera, se desarma el morbo de quien anticipe el desenlace por todos sabido.
Lo interesante es que Gloria es, ante todo, una historia de amour fou de la protagonista por Andrade, quien funge como un auténtico Svengali, el personaje de la novela Trilby, de George du Maurier (que seguramente es del conocimiento de Berman). Al igual que en ese caso, el hombre se presenta como un siniestro seductor que domina a sus pupilas y, en el caso de Trevi, la lleva a la fama a cambio de su dignidad y autoestima.
Con un sentido auténtico de cómo se maneja la peculiar farándula mexicana, la película describe con malicia a los otros caracteres que tuvieron alguna influencia en el fenómeno. Cuidándose además de la demanda legal, nadie fuera de los personajes principales es mencionado con su nombre completo. Así, el mandamás de una poderosa empresa televisiva es conocido a secas como El Tigre (Osvaldo Ríos), mientras una malévola periodista de chismes es llamada simplemente Paty (Marisa Rubio). Ustedes llenen los huecos.
Una biopic se sostiene, sobre todo, si quien encarna al sujeto de la biografía es convincente. Keller no pudo encontrar a una mejor intérprete que Sofía Espinosa. Activa desde adolescente, la joven actriz no hace una imitación de Trevi, que sería quedarse en la superficie, sino una impresionante caracterización que, incluso, no depende tanto del parecido físico sino de un convincente trabajo de apropiación. Uno de los momentos culminantes de la película es cuando Trevi debuta en el programa dominguero de un tal Raúl (Pepe Olivares), y desata el gimmick del infantilismo rebelde que caracterizó a la cantante. Uno juraría que se utilizó pietaje real de cómo se desempeñaba Gloria Trevi sobre el escenario. Este es del tipo de papeles que definen una carrera.
También muy verosímil resulta Marco Pérez como Andrade, a quien pinta como un sátrapa carente de toda redención, un mesiánico manipulador y abusador de menores que no tienen la voluntad de ofrecer resistencia. Gloria no escamotea los detalles escabrosos de la saga. Es evidente que la protagonista participó activamente en la seducción de otras inocentes, mientras que la muerte de la bebé procreada con Andrade queda en una sugerente ambigüedad.
No se dejen intimidar por lo que parecería un mero producto de explotación. Gloria es quizá la mejor biopic conseguida por el cine mexicano a la fecha sobre una figura del espectáculo (aunque el director sea suizo). Y sirve además de relato precautorio sobre las trampas de la fama y la fortuna.
Gloria
D: Christian Keller/ G: Sabina Berman/ F. en C: Martín Boege/ M: Lorne Balfe; canciones varias/ Ed: Adriana Martínez, Patricia Rommel/ Con: Sofía Espinosa, Marco Pérez, Ximena Romo, Ricardo Kleinbaum, Tatiana del Real/ P: Río Negro. México, 2014.
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