uanajuato es un estado rico en poblaciones con encanto. Recientemente visitamos Salvatierra, que fue la primera en la entidad en recibir el nombramiento de ciudad en 1644. Está ubicada en el valle de Guatzindeo, que significa lugar de hermosa vegetación
. El histórico puente Batanes construido por los monjes carmelitas en 1649, cruza el río Lerma y brinda el acceso a este Pueblo Mágico. Aquí tuvo lugar el 16 de abril de 1813 la batalla entre el Ejército Insurgente, al mando de Ignacio López Rayón, y el Realista, comandado por Agustín de Iturbide. Al salir victorioso este último, en agradecimiento a la Virgen de la Luz, patrona de Salvatierra, fue al templo a regalarle su banda azul, kepis y bastón; la nombró generala del Ejército Realista.
La imagen es venerada en la parroquia de Nuestra Señora de la Luz, que preside la hermosa Plaza de Armas. El templo se construyó entre 1743 y 1808; este periodo tan largo tuvo como resultado una mezcla de estilos arquitectónicos en los que se advierte el barroco, el neoclásico y neogótico en el interior. Tiene dos torres idénticas, de peculiares proporciones, construidas en distintas épocas. Conserva un pequeño atrio enmarcado por una artística herrería. En la parte superior hay un reloj enmarcado en cantera que ostenta la fecha de 1885, posiblemente año en el que se instaló.
Siguiendo con Iturbide, esos días se alojó en el convento agustino; al enterarse el sacerdote José Antonio Torres incendió el templo y parte del convento. El militar y sus huestes no padecieron ningún daño, pero el templo perdió varios retablos barrocos.
Otra edificacion valiosa es el templo y convento Del Carmen, el más antiguo de la ciudad, que data de la segunda mitad del siglo XVI, lo que se aprecia en su hermosa sobriedad. Lo rodea un canal que construyó la orden religiosa para llevar agua a sus instalaciones y que aún funciona.
También de importancia es el Convento de Capuchinas, que forma parte de la Ruta de los Conventos guanajuatense. Data de fines del siglo XVIII y es uno de los mejores ejemplos de arquitectura religiosa destinada a las monjas. Obra del talentoso arquitecto Joaquín Heredia, en el exterior semeja una fortaleza; es de piedra rosa, cantera gris plata y contrafuertes de tezontle. Como todos los templos de monjas de esa época, ostenta dos portadas gemelas en estilo barroco. Durante el porfiriato albergó el Hospital Civil y después la escuela parroquial que aún funciona. Digno de visita es el mercado Hidalgo, con su bella portada labrada en cantera, el cual fue inaugurado en 1910; hoy aloja más de 100 locales.
Mención especial merecen las casas; llaman la atención tanto construcciones muy sencillas con su balconcito a la calle, como las mansiones que se pueden ver sobre todo en la antigua calle Real, hoy calle Hidalgo y en la plaza Del Carmen. Por lo general son de un nivel y lucen balcones con herrería; el acceso es a través del zaguán que tiene una amplia portada para permitir el paso de un carruaje. Los interiores tienen patios luminosos, rodeados por generosos corredores con arquería de cantera. Al igual que en la parroquía de la Luz, en la arquitectura de las casas se pueden apreciar los distintos momentos de la historia de la ciudad. Los arquitectos salvaterrenses nos hablan del barroco novohispano, el neoclásico republicano, el neoclásico afrancesado porfiriano y el Art Déco de la posrevolución.
Parte del gozo del paseo es disfrutar la comida del lugar. El sitio para saborear un buen pozole es el restaurante La Veranda, que ocupa una enorme casona con un grato espacio portícado con mesas, por si prefiere almorzar al aire libre. Para una rica merienda popular, en los portales de la Plaza de Armas se colocan al anochecer distintos puestos de comida. Le ofrecen tacos y antojitos preparados al momento en grandes tortillas hechas a mano. Deliciosos los tacos de hígado; para lo dulce, otro puesto le brinda buñuelos con su miel de piloncillo y atole de canela.