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Adiós a un periodista combativo

Opinan docentes y activistas sociales

Su trabajo abrió espacios invaluables para el disenso
 
Periódico La Jornada
Jueves 8 de enero de 2015, p. 8

Una de las mayores virtudes de Julio Scherer García fue saber indagar en la vida de los políticos y los gobernantes y, al mismo tiempo, dar voz a personas de sectores considerados indeseables, como narcotraficantes y secuestradores, convirtiéndose en uno de los más grandes exponentes del periodismo testimonial y un observador que nunca dejó de cuestionar e incomodar, señalaron académicos e integrantes de organizaciones civiles.

Darío Ramírez, director de la organización Artículo 19, destacó que el fundador de Proceso fue ante todo defensor de la libertad de prensa y maestro de varias generaciones de periodistas desde la época en que dirigió Excélsior.

“Fue ese enfant terrible del periodismo que logró colocarse enfrentando a los poderes políticos de más alto nivel. Julio no era perfecto, pero sin duda era un referente del periodismo mexicano del más alto nivel, sin dejar de ser controversial y polémico”, indicó el activista.

La pérdida de Scherer y la de Vicente Leñero, tan cercana una de la otra, nos dejan un tanto huérfanos de dos grandes maestros y también marcan una oportunidad para refundar el periodismo independiente, verdadero y crítico, que hoy es tan desdeñado por los poderosos.

Por su parte, Aleida Calleja, integrante del consejo consultivo de la Asociación Mexicana del Derecho a la Información, subrayó que Scherer abrió el camino en un momento donde el autoritarismo era muy fuerte y el derecho al disenso se pagaba, en muchas ocasiones, con la vida.

La lucha del periodista por defender la libertad de expresión y el derecho a la información, agregó, marcó una pauta importante que nos permitió ciertos espacios de libertad y disenso. Ha sido criticado por muchas razones, pero en esencia debemos quedarnos con esa valentía de hacer un periodismo que sirviera a la sociedad y que fortaleciera la democracia.

Calleja enfatizó que la muerte de Scherer es también un momento para reflexionar sobre el papel del periodista como una voz siempre incómoda, que no deje de investigar, cuestionar y sacar a la luz lo que los poderosos no quieren que se conozca.

Francisca Robles, académica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, manifestó que para Scherer los hechos eran sagrados, y por eso buscaba tener muchos puntos de vista de la realidad, incluidos los de personas que la sociedad considera negativas, como narcotraficantes y secuestradores, para que la gente vea cómo son y qué piensan.

La de él fue una lucha constante por presentar al poder de manera cruda, sin adornos. Además, lo hizo en la época del triunfalismo del PRI, de la monarquía del poder que cerraba todas las puertas. Nos habló hasta de lo que no nos debería hablar, como de los regalitos que recibió y de los testimonios que no pudo conseguir, señaló la docente, quien hizo su tesis de doctorado sobre la obra de Scherer.

De su lado, Beatriz Solís Leree, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana, señaló que Scherer deja un hueco difícil de llenar en el periodismo nacional, ya que “el eje de su trabajo era la información en una época como la actual, donde resulta difícil distinguir entre la labor periodística real y la defensa de intereses.

Con su ausencia queda trunca una etapa importantísima del periodismo mexicano: un periodismo transparente y claro, de investigación, que mostró militancia y su absoluta convicción de que la información era lo importante, dijo la profesora universitaria.

En tanto, la coordinadora del programa Prensa y democracia de la Universidad Iberoamericana, Mireya Márquez, indicó que la contribución del trabajo de Julio Scherer al periodismo mexicano es invaluable. Él y el periodismo que representa son sin duda un baluarte de la transición y del periodismo moderno en México, dijo.