Debiera haber obispas
n vuelo a Filipinas, el papa Francisco I sentenció que es buena la libertad de expresión pero atentos al tenue límite de la ofensa. Y habló de su santa madre. Dijo que si su amigo y colaborador que organiza sus giras ofendiera a su madre, él respondería con una bofetada. Que es reacción natural, respuesta instintiva, añadió el Pontífice. Por ahí precisaría un letrado que una cosa es el pecado, que se perdona, y otra muy distinta el delito, que se castiga.
En fin. Al adelantarse el PRI con la postulación, llámese como lo quiera el vademecum del centralista INE, a Ivonne Álvarez García la postuló el CEN del PRI candidata a gobernadora de Nuevo León. Una mujer que por el arte revaluado del dedazo superó en la contienda por ser candidato o candidata, terciarían los tartajeantes herederos de Vicente Fox, a otra mujer; a Cristina Díaz Salazar, con carrera desde la base, quien llegó a la presidencia del CEN de su partido durante breve lapso. Del PRI, hoy presidido por el mexiquense César Camacho Quiroz. Ni soldaderas, ni adelitas. La candidata nacida en Escobedo, Nuevo León, será si obtiene la mayoría de sufragios emitidos, la sexta mujer gobernadora constitucional habida en la hoy desdeñada república laica y federal, desde el día en que Adolfo Ruiz Cortínez, Adolfo II, Adolfo el viejo, firmó la ley que otorgaba el voto a las mexicanas. En los 50, a medio siglo XX, mucho antes de que pudieran votar la mujeres en Suiza.
Seis han sido. La primera, Griselda Álvarez, escritora, poeta y política de raza, gobernó Colima en los años del incierto aperturismo de Luis Echeverría. Ahí atinó el de ‘‘arriba y adelante”. Griselda Álvarez nació en Guadalajara, Jalisco, pero su arraigo era de viejo cuño: su bisabuelo, el general Maunel Álvarez fue el primer gobernador de Colima. Seguirían otras más. No muchas, las suficientes para dar la razón al gran dramaturgo que fue Fernando Solana, creador de la comedia: Debiera haber obispas. Sin que esto ofenda al Papa, ni inquiete al nuevo cardenal mexicano, recién designado por Francisco I. Dos fueron gobernadoras de Yucatán: la primera, Dulce María Sauri Riancho, de izquierda, con antecedentes de proximidad guerrillera, lo que no fue obstáculo para que el PRI la hiciera candidata y gobernadora de Yucatán, como preámbulo a su liderazgo del priato difunto, partido de huérfanos tras la caída que siguió a la insana distancia zedillista.
La segunda fue Ivonne Ortega, quien tuvo que esperar el retrógrado y mercantilista quehacer de un panista de la casta divina en el palacio de gobierno. Pero Ivonne espero su turno y llegaría a gobernar su tierra, a ejercer el poder con firmeza y luego ser elegida secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. No todos sus paisanos explotan el cultivo de ingenuos o son víctimas del cruel e ingenioso método para enloquecer a los vanidosos. Debiera haber obispas... Beatriz Paredes fue combativa oradora del sector campesino, hábil pastora, que llegó a gobernar Tlaxcala, a líder del PRI, de su bancada en San Lázaro, embajadora en Cuba y en Brasil. Por lo que hace a la izquierda en la era del pluralismo, Amalia García contendió y venció en Zacatecas, estado que había gobernado su padre y donde ella, auténtica militante de izquierda, tuvo tropiezos del más puro estilo conservador, la acusaron de corruptelas tradicionales.
Lástima. Amalia García era, es caso único entre los perredistas y aliados que han llegado a gobernar un estado de la República nuestra: Nunca militó en el PRI, ni brotó de alguna rama desgajada del partido hegemónico que se fue y ha vuelto. El resto, sí. Aunque fuera por herencia directa o legado de Tata Cárdenas. Rosario Robles no fue gobernadora; relevó a Cuauhtémoc Cárdenas en la jefatura de Gobierno del DF, antes del melodrama argentino y de haber vuelto a un cargo en el gabinete de Enrique Peña Nieto. Pero de eso más vale no hablar en vísperas de elecciones y del arribo de la absurda veda impuesta por el INE centralista, al que inquieta de más el caos anarquizante de Guerrero.
Breve digresión: ni una palabra del desastre humanitario, del desgarramiento social, y la confusión del imperio de la ley, de la seguridad pública y los derechos humanos, con el dejar hacer, dejar pasar de un gobierno eficaz para negociar reformas legislativas, pero pasivo o distante en la aplicación de las normas; sin reflejos políticos a la hora de ejecutar o de responder a los asuntos que está obligado a resolver. Los funcionarios públicos no gozan de derecho alguno, sino la obligación de ejercer las facultades que la ley señala. Se ha prolongado el anticonstitucional mando de un jefe político porfiriano, un comisionado del centralismo, quien para colmo designó procurador de Justicia y secretario general del estado libre y soberano de Michoacán.
Con el acuerdo, dijeron, del poder constituido; y armaron a paramilitares que combatían a los Templarios de grupos delictivos . Y los hombres de armas se han enfrentado y matado; y en Apatzingán, un grupo tomó el palacio municipal y en la balacera hubo 19 o 20 muertos: Se mataron entre ellos, hubo fuego amigo
, dice el comisionado que habla y habla. Por los caminos del sur, Guerrero se confunde con Michoacán y coloniza Morelos. De Oaxaca, mejor no hablar. Ahí ya se hicieron del poder los que en Guerrero se han puesto al frente de los padres y compañeros de los normalistas desaparecidos en el crimen de lesa humanidad, amparado por la complicidad de políticos corruptos y el crimen organizado.
En Guerrero, los activistas del magisterio, los de estrecha cercanía con el siempre presente espíritu guerrillero, exigen que no haya elecciones, que los de la tierra de Juan Álvarez no voten ahora que pueden. Soy y seguiré siendo crítico del infantilismo democrático de los que obtienen menos votos y denuncian que los mayoritearon
. Pero la alternativa a la democracia formal es la anarquía o el totalitarismo del poder caciquil o con diplomas académicos. Los encuestadores dicen que el PRD está al frente en todas las encuestas. La terca realidad va a desmoronar el control del PRD de los Chuchos; el vergonzoso maridaje con Ángel Aguirre, gobernador con licencia, prófugo en espera de comparecer ante un juez; y de Abarca el de Iguala, a quien defendió Carlos Navarrete cuando ya se contaban los muertos y empezaba la búsqueda de los 43 desaparecidos
.
Y apareció en escena el jaguar Armando Ríos Piter, legislador capaz, líder en ciernes, izquierdista convencido; ingenuo, víctima de las dudas entre la voluntad de poder y el precio a pagar por alcanzarlo. Renunció a la candidatura que le aseguraba el vicio hecho virtud de la candidatura única. Me insinuaron, dijo, que tendría que llegar a un acuerdo con el defenestrado Ángel Aguirre. No dijo quién. Pero al fin diría que fue Jesús Ortega. Éste confirmó, pero corrigió al jaguar: a quien aconsejó
reunirse con todos los dirigentes de ese partido de grupos. Y ahí se empinó la sierra. Ríos Piter no será candidato y el PRD va a perder hasta el modo de andar.
Ahí viene la veda. Y ya es ensordecedor el silencio en el recuento de las tumbas colectivas sembradas en un país que en menos de 50 años ha postulado a cinco mujeres como candidatas a la Presidencia de la República: Rosario Ibarra, Cecilia Soto, Marcela Lombardo Otero, Patricia Mercado y Josefina Vázquez Mota. Sin ofensa al Papa y sus cardenales: Debiera haber obispas.