En la primera de varias conferencias que organiza la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), con motivo del centenario del natalicio del filósofo, escritor y profesor Adolfo Sánchez Vázquez, Teresa Yurén Camarena citó a su maestro.

“Sánchez Vázquez pone al descubierto que en la transformación de las estructuras sociales es indispensable modificar los esquemas culturales, pero esto es insuficiente, pues la praxis tiene lugar ‘cuando los actos dirigidos a un objeto para transformarlo se inician con un resultado ideal, o fin, y terminan con un resultado o productivo efectos, reales’”.

Es decir, se requieren los cambios en los esquemas culturales, pero también de los órdenes normativos y las instituciones. Lo mismo puede decirse a la inversa: pueden cambiarse los órdenes normativos, pero si los esquemas culturales no se transforman, entonces no hay cambio social de fondo y lo más probable es que sea efímero.

Como la formación ético-política debe considerar lo anterior, “se trata de formar sujetos práxicos, es decir, que actúen conforme a principios morales y sean capaces de criticar y transformar las estructuras sociales.

“Para ello se requiere ejercer la tarea educativa a la manera de una praxis que desencadena praxis. Visto de este modo, la educación es una actividad que contribuye a lo que Sánchez Vázquez denomina ‘praxis total’, que es el proceso de autocreación del ser humano, que tiene lugar cuando, gracias a su praxis, aquél humaniza el mundo y se humaniza a sí mismo.”

Al presentar el ciclo, el filósofo Samuel Arriarán, docente de la UPN, dijo que el interés por el maestro radica en que representa el paradigma del maestro con una postura ética bien definida. El problema es que hoy estamos ante una situación educativa en la que prevalece el pragmatismo y el utilitarismo. Cuando nos hablan de que la educación y la pedagogía deben integrarse al mercado, que debemos publicar o morir, ya que hay que obtener puntos y constancias, extrañamos el ejemplo de Sánchez Vázquez, quien nos decía: la educación es otra cosa. Nada que ver con el mercantilismo, sino con la ética, es decir, la dignidad del magisterio.