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Para el artista, recién fallecido, el camino de la salvación estaba en los objetos

Ekuan pasará a la historia del diseño como el constructor de Japón

Enfrentado a la nada de la guerra, tras las muertes de su hermana y su padre, sentí una gran nostalgia por la cultura humana; necesitaba algo que tocar, que mirar, recordaba

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Kenji Ekuan (1929-2015) no sólo era diseñador, sino también filósofo, pues siempre afirmaba: Todas las cosas tienen alma. En la imagen, el artista en Tokio, captado en 2003Foto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 12 de febrero de 2015, p. 4

Londres.

Cuando tenía 16 años, Kenji Ekuan tomó el tren desde su escuela a Hiroshima, poco después de que fue destruida por una bomba atómica. Su hermana murió y un año más tarde la seguiría su padre, un sacerdote budista que cuidaba de un templo en esa ciudad.

Enfrentado a esa nada, sentí una gran nostalgia por la cultura humana, recordó luego. Necesitaba algo que tocar, que mirar. En ese momento decidí ser hacedor de cosas.

Setenta años después, Japón llora a uno de sus hijos más famosos, quien no sólo se dedicó a hacer cosas, entre ellas la perdurable botella de salsa de soya Kikkoman, sino también, en gran medida, construyó la identidad de posguerra de su país.

Es el mayor diseñador en la historia de Japón, declaró por teléfono Kazuo Tanaka, presidente de GK Industrial Design, desde su oficina en Tokio. Ekuan ayudó a fundar esa compañía en 1957 y fue su presidente hasta que problemas cardiacos lo obligaron a hospitalizarse, hace dos semanas. Falleció la mañana del lunes pasado.

Venía todos los días a la oficina, dice Tanaka. “Usaba una silla de ruedas especial, de color verde, diseñada por él mismo. Ekuan no era sólo diseñador, sino también filósofo. Siempre dijo: ‘Todas las cosas tienen alma’. Jamás se casó, pero con frecuencia decía que estaba casado con el diseño.”

Por imbuir espíritu a los objetos

Ekuan, quien vivía con modestia en una casa pequeña, cerca de su oficina, creció en Hawai y volvió a Japón después de la guerra. Pensó dedicarse al sacerdocio, inspirado por su padre; luego se consagró a trasladar la fe hacia la forma. Me di cuenta de que, para mí, el camino de la salvación estaba en los objetos, escribió en unas memorias publicadas en 2002. Hacer un objeto significa imbuirle un espíritu propio.

Cuando apenas pasaba de los 20 años, Ekuan ganó un contrato para diseñar una botella para la hoy mundial Kikkoman Corporation, mejor conocida por su salsa de soya. Había observado a su madre decantar grandes latas en vasijas de porcelana y, como explica Tanaka, vio la oportunidad de emprender la civilización de un producto.

Luego de tres años y más de 100 prototipos, Ekuan se decidió por una botella de vidrio en forma de lágrima con tapa de plástico rojo, que contiene una boquilla contra el goteo, inspirada en una tetera. Su diseño, revelado en 1957, no ha cambiado desde entonces, y ha vendido más de 300 millones de unidades en más de 70 países.

Para mí representa no al nuevo Japón, sino al verdadero Japón, declaró Ekuan al New York Times hace tres años. Es una forma muy gentil. Por supuesto, durante la guerra nos obligaron a actuar en forma diferente, pero durante mucho tiempo, unos mil años, la historia del pueblo japonés fue muy gentil.

Sin embargo, a Ekuan, quien también diseñó varios trenes bala y una motocicleta Yamaha, se le acredita haber ayudado a forjar una nueva identidad cultural y exportarla a todo el mundo. Lo había fascinado la conmovedora exhibición de soldados estadunidenses que desfilaban por las ruinas de Hiroshima y la entonces incipiente cultura de consumo estadunidense. Antes de él, han dicho comentaristas japoneses, no había un concepto de diseño de empaques comerciales, ni diseñadores célebres.

Lo más interesante es que fue el primer diseñador japonés que surgió con una personalidad individual desde el obligado anonimato de la vida empresarial, señala Stephen Bayley, el gurú del diseño, quien se reunió varias veces con Ekuan en Londres. Yo estaba al tanto de que fue educado como monje, y esa serenidad se percibía, añade.

Bayley compara a Ekuan con Raymond Loewy, el hombre que dio forma a Estados Unidos por medio de trenes y automóviles aerodinámicos y la botella de Coca-Cola en sus fases sucesivas, así como las insignias patrióticas del Air Force One. El diseño es una actividad colectiva, como hacer películas, pero fue necesario que, en el crecimiento de la conciencia del diseño, el genio autónomo individual creara esas grandes obras, comenta. Es un fenómeno histórico al que creo que no nos adherimos del mismo modo hoy en día. Quizá Ekuan, como Loewy, no tiene sucesor.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya