El producto, obtenido a partir de leucocitos humanos; colaboran en el proyecto UNAM e IPN
Activar el sistema inmune y modificar el sitio donde viven las células tumorales podría detener el crecimiento del tumor o incluso reducirlo, la hipótesis más viable, dicen expertos
Jueves 2 de abril de 2015, p. 2
Ante los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia para tratar tumores cerebrales que suelen ser agresivos
, científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) prueban la efectividad de la sustancia llamada factor de transferencia, para sustituir esas terapias. El proyecto es liderado por Aliesha González Arenas, de esa instancia universitaria.
Los tumores cerebrales, conocidos como gliomas, son neoplasias (masas anormales de tejido) que se forman en el cerebro o la médula espinal a partir de células gliales o células troncales cancerosas. Se clasifican en ependimomas, astrocitomas y oligodendrogliomas.
Por lo que se refiere a los astrocitomas, hay de grado I, II, III y IV. Los de grado IV, también conocidos como glioblastomas, son los tumores del sistema nervioso central más comunes, así como los que menor sobrevida dan a los padecen: menos de un año, se detalló en información difundida por la UNAM.
Generalmente, en México los pacientes llegan por primera vez a consulta con un astrocitoma grado III o IV, pues los síntomas neurológicos en los de menor malignidad (I y II) pasan inadvertidos hasta que comprometen el desempeño cotidiano del paciente.
Sobrevida de cuatro años
Hoy día los únicos tratamientos para combatir los astrocitomas son la resección quirúrgica parcial, la quimioterapia y la radioterapia: con ellos se diseca la parte del tumor que no invade la masa cerebral para posteriormente tratar de detener su crecimiento e infiltración. Después de eso, la sobrevida, en el caso de los astrocitomas grado III, es de tres a cuatro años.
El factor de transferencia es un producto biológico obtenido a partir de células (leucocitos) de sangre humana. Hoy, el nombre formal del producto es extracto dializable de leucocitos y se refiere a la fuente de la cual se obtiene, así como a la manera en que se consigue: rompiendo leucocitos y dializándolos.
Marco Velasco Velázquez, de la Facultad de Medicina de la UNAM, quien colabora con González Arenas en esta investigación, indicó que es fundamental hacer esa diferenciación en el nombre debido a que actualmente el factor de transferencia aparece en el mercado como un medicamento milagro.
El grupo que se encarga de la producción y comercialización de este producto biológico, cuyo nombre comercial es Transferón, es dirigido por Mayra Pérez Tapia, de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), con quien los universitarios colaboran en distintos aspectos.
González Arenas y sus colaboradores trabajan en el laboratorio con un modelo animal (ratas), al cual se le trasplantan células derivadas de un glioblastoma humano para inducir el crecimiento de un tumor en el cerebro. Esperarán seis semanas y luego, durante tres más, tratan el tumor con Transferón para observar qué sucede.
El objetivo del estudio es determinar el mecanismo por el que Transferón podría tener un efecto benéfico en pacientes con tumores cerebrales.
“Hay tres posibilidades relacionadas con este proyecto. Una es que el producto tenga un efecto directo sobre las células tumorales y las elimine –como la quimioterapia–, pero nuestra experiencia anterior nos dice que eso es poco probable; si bien es cierto que la literatura registra reportes en los que se afirma que otros productos similares sí inducen la muerte de células tumorales.
Otra es que active el sistema inmune y eso, a su vez, modifique el sitio donde las células tumorales viven, lo que podría detener el crecimiento del tumor o incluso reducirlo; ésta es, según nosotros, la hipótesis más viable. Y otra más es que disminuyan los efectos adversos de la quimioterapia y la radioterapia. De estas tres posibilidades estudiaremos las dos primeras
, indicó Velasco Velázquez.
Antes de ser trasplantadas al cerebro de las ratas de laboratorio, las células derivadas de un glioblastoma humano fueron modificadas genéticamente para que expresaran un transgen de luciferasa que emite luz. Así, mientras estas células se dividan, cada una de ellas tendrá ese transgen. Esto les permitirá a los investigadores seguir, mediante un detector de bioluminiscencia, el comportamiento del tumor después del tratamiento, pues a mayor cantidad de células que proliferan con el transgen, más luz, y viceversa.
Si los resultados apuntaran a que el producto es útil para tratar células de glioblastoma humanas implantadas en un modelo animal, los investigadores estarían en posición de proponer un protocolo clínico.