menos de una semana del ataque al Museo del Bardo, que causó 23 muertos y más de 60 heridos, probablemente ejecutado por el grupo extremista islámico Aqba Ibn Nafi’a, afiliado a Al Qaeda para el Magreb Islámico, Túnez acogió por segunda ocasión el Foro Social Mundial.
El foro, que tuvo lugar en el campus de la universidad de Al Manar, fue una oportunidad para tratar de entender lo que está en juego en este pequeño país dentro de la redefinición geopolítica de toda la zona.
Fuera del análisis a veces no exhaustivo que efectúan los grandes medios de comunicación, lo que es importante escuchar es lo que surge de la sociedad civil, desde las organizaciones de abajo, desde los movimientos sociales, desde los blogueros y los jóvenes activistas que fueron los auténticos protagonistas de la revolución que llevó a la caída de Ben Alí en enero de 2011. Eso fue lo que hizo el foro.
Luchar en contra del terrorismo representado por la oscurantista galaxia del fundamentalismo islámico y, sobre todo, por ISIS es una necesidad. El nacimiento de un Estado basado en la sharia (ley islámica) con una identidad, un territorio, una administración y una moneda para toda la región es un inmenso peligro. Al mismo tiempo, sin embargo, la discusión sobre la manera correcta de luchar contra el terrorismo provoca muchas tensiones, ya que el gobierno de Túnez, aprovechando el ataque al Bardo, aceleró la aprobación de una ley contra el terrorismo que amenaza con limitar severamente las libertades individuales y convertirse en un medio de control y de represión contra la ciudadanía, en particular de los activistas sociales.
Como nos dijo en el curso de una entrevista Lina Ben Mhenni, protagonista de la Revolución de los Jazmines y de la escena social y política actual del país con su blog A tunisian girl, en estos días todo el mundo está hablando de la ley antiterrorista y he oído hablar de unas propuestas que me asustan, ya que argumentan que se puede también pasar encima de las libertades cuando se trata de luchar contra el terrorismo. Esto es muy peligroso. Esta ley, sin duda, debe luchar contra el terrorismo, pero debe respetar los derechos humanos, porque de lo contrario caeríamos en el pasado, en un esquema similar al régimen de Ben Alí. Desafortunadamente, a la gente se le olvida la historia. Al comienzo, con Ben Alí había libertad relativa; sin embargo, es en el nombre de la lucha contra el terrorismo que todos los activistas fuimos arrestados. Y así es que las dictaduras se instalan, como se crea un Estado policial
.
Esta posición es compartida por muchos. A ella se hizo referencia en la marcha de apertura del Foro Social Mundial, donde miles de personas desfilaron hasta al museo del Bardo, bajo la lluvia, con el lema No al terrorismo, no a la opresión
. Jóvenes activistas, sindicalistas, miembros de organizaciones sociales, gritaron allí que la única manera de luchar contra el terrorismo es la construcción de la justicia social y económica basada en los derechos
, que era la principal demanda de la revolución. Desde ese ya lejano 2011, de hecho los tunecinos nunca han dejado de luchar contra los intentos de limitar las libertades y los derechos, primeramente implementados por el gobierno de Ennahda, el partido de los Hermanos Musulmanes, y ahora por la coalición de gobierno actual, encabezada por Nida Tounes en alianza con Ennhada y otros tres partidos de la derecha neoliberal.
Abrir espacios de democracia real para garantizar la libertad de expresión, construir un modelo social basado en la justicia social y ambiental, son los objetivos de los movimientos sociales de abajo, que todavía son muy activos en todo Túnez.
Estos temas también fueron debatidos en el FSM. A partir de las discusiones alrededor de la organización de la protesta que se llevará a cabo en París en diciembre, con ocasión de la Cop 21, reivindicando que se debe luchar por cambiar el sistema, no el clima
.
La garantía de expresión contra los ataques a la libertad, la lucha contra la censura de los periodistas y blogueros, así como la demanda por el derecho a circular libremente en el Magreb, en el espacio euromediterráneo y en el mundo, fueron posiciones centrales de las sesiones de mayor participación. Los kurdos presentaron la experiencia de la república autónoma de Rojava como contribución para encontrar un nuevo modelo democrático para toda la región, donde los antiguos y los nuevos poderes chocan buscando el predominio político y económico. El foro terminó con una manifestación en apoyo a la lucha por Palestina.
El país de los jazmines es un laboratorio real y concreto, donde los movimientos sociales luchan ahora principalmente en dos frentes: contra el terrorismo y contra el autoritarismo. Tratan de construir un país donde la justicia social pueda finalmente convertirse en el objetivo a perseguir para alcanzar la libertad y la democracia.
Los muertos, los heridos y el terror causado por el ataque al Bardo representan un claro atentado contra la nación que se ha convertido en el símbolo de las primaveras árabes, porque Túnez es el único de los países de la región que no ha caído en el caos (como Libia) y que no ha regresado a un sistema muy similar al que había anteriormente (como Egipto). Por el contrario, gracias a la determinación y la voluntad del pueblo tunecino se ha podido continuar, aunque con muchas contradicciones y dificultades, el camino para lograr la revolución. Sin embargo, la transición democrática, así como la revolución misma, no es un acto, sino un proceso que requiere tiempo, espacio y determinación.
* Periodista italiano