La violinista rusa, acompañada de tres atrilistas, ofreció un concierto en Madrid
un soplo de alegría y felicidad
Grabé el disco Stradivarius in Rio, porque amo la música de ese país, dice a La Jornada
Tocar a Bach en México fue una experiencia fantástica; su gente y su cultura me gustan mucho, pero de momento no tengo en puerta investigar para ver si puedo hacer un proyecto semejante, explica
Martes 7 de abril de 2015, p. 4
Madrid.
Viktoria Mullova, con su violín Stradivarius, decidió hace un par de años sumergirse en los ritmos y las canciones populares brasileños para indagar más en sus tonos y en la celebración de la vida y de la melancolía.
Ese encuentro fue para la violinista rusa prodigio, nacida en Moscú en 1959 y considerada una de las grandes figuras de la actualidad, un hallazgo y un soplo de alegría y felicidad
, como demuestra en su disco Stradivarius in Rio.
Mullova integró un cuarteto para la ocasión: la violinista, su marido, el violonchelista Matthew Barley; Paul Clarvis, en la percusión, y el guitarrista brasileño Joao Luís Nogueira Pinto, ofrecieron recientemente un concierto en el Auditorio Nacional de Madrid. En la Sala de Cámara de ese recinto tocaron íntegramente tan singular álbum.
Elección difícil
En entrevista con La Jornada, Viktoria Mullova reconoce que fue muy difícil elegir las canciones ante las numerosas posibilidades que se encontró durante su viaje de exploración por Brasil, donde mientras más conocía más dudas tenía de las canciones que deseaba tocar y seleccionar para el disco.
“Las personas me preguntan por qué he desarrollado un proyecto tan diferente y grabado un álbum de música brasileña. La respuesta es muy sencilla: amo esa música.
“Stradivarius in Rio es mi tercer trabajo no clásico. Sin embargo, se trata del primer proyecto que he realizado por mi cuenta, desde la elección de las canciones hasta convencer a algunos de mis músicos favoritos de colaborar conmigo.
“La música brasileña tiene ritmos, tonos y armonías a las que me siento muy ligada; por eso fue muy difícil elegir las canciones, porque había muchísimas, muy hermosas, de compositores no sólo conocidos en Brasil, sino en el mundo.
Cuando fuimos a ese país a grabar el disco lo hicimos con la actitud de hacer un experimento y ver cómo funcionaba. Al final salió ese material y de ahí decidimos que también deseábamos realizar conciertos, pues fue y es una experiencia fantástica que nos llena de alegría
, explica Mullova.
El disco reúne piezas de Claudio Nucci, Sueli Costa, A.C. Bojim, Marisa Monte, Antonio Carlos Jobim, Caetano Veloso, Chico Buarque y Waldir Azevedo, entre otros.
Mullova inició sus estudios de violín a los cuatro años de edad y se convirtió en una de las grandes promesas del instrumento en su país, la entonces Unión Soviética, que le dio la educación musical y el primer Stradivarius que tuvo en su vida, pero que al mismo tiempo, dice, me arrebató la libertad
.
Por eso decidió huir en 1983, cuando realizaba una gira por Finlandia y Suecia, donde dejó en su habitación de hotel el violín que la había acompañado durante su corta carrera profesional. El violín no era mío, era del Estado soviético y yo no deseaba que me persiguieran aún más por quedarme con él
, explica.
Mullova se caracteriza por interpretar a los grandes autores barrocos, sobre todo a Bach, Vivaldi y Beethoven. También ha grabado discos próximos al jazz o a las piezas cíngaras, como hizo en The peasant girl, donde tocó canciones de Florian Hermann, DuOud, Youssou N’Dour y Kodály, entre otros.
Respecto de su concierto más reciente en México, en el que interpretó a Bach, Mullova señala: “Fue una experiencia fantástica. De hecho es un país en el que me siento muy cómoda, me gustan mucho su gente y su cultura. Y su música, por supuesto, pero de momento no tengo en puerta investigar más para ver si puedo grabar un disco parecido al de Stradivarius in Rio. Ahora estoy volcada en esta gira y disfrutando esta música maravillosa, llena de alegría y, también, de melancolía”.