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De nuestras Jornadas

Los mirreyes de la filiocracia

H

emos visto el escándalo de los mirreyes: hijos de políticos que viven en una burbuja de mando y formas decadentes de vida a partir del usufructo del poder y riqueza de los padres. Lo preocupante es que no se trata de fenómenos aislados, sino de un patrón de conducta social. La clase política se reproduce por mecanismos que cierran el acceso a las estructuras de mando de los gobiernos en todos sus niveles a las capas gruesas de la sociedad.

Existen diferentes tipos de desigualdad política, pero la que pretendemos reportar es una muy específica: la que se da como fuente de la herencia filial y relaciones consanguíneas; desigualdad producto de la filiocracia que es cada vez más determinante en la ocupación de puestos dirigentes en el gobierno y partidos políticos. Es decir, los mecanismos de transmisión del poder político se hacen por medio de vías filiales.

En las dirigencias partidarias y en los puestos de representación ciudadana se observa que los hijos, sobrinos o parientes directos ocupan las posiciones estratégicas. Hay relevo generacional de carácter intrafilial en la sucesión de mandos. Es interesante observar que a estos jóvenes se les preparó para el gobierno: desde muy pequeños tienen acceso preferente a las redes del poder, se les transmite experiencia temprana y a algunos, incluso, estudios especializados para el ejercicio del gobierno.

Al entrar en competencia con los aspirantes que vienen de fuera de los círculos filiales, a estos últimos les resulta prácticamente imposible competir, haciendo que el acceso a las posiciones dirigentes del sistema político sea prácticamente denegado para el electorado. Si analizamos las aspiraciones políticas del común del ciudadano, el deseo tiende a desaparecer; significa que hay una retirada de los mecanismos de acceso al poder, con lo cual el círculo se hace vicioso. La democracia se convierte en una planta seca: es endogamia política.

La única cura a esta enfermedad es lograr reactivar la movilidad vertical en la distribución del poder. O sea: reivindicar a Zapata.