Björk
Gus Gus
311
l escepticismo se había ya adueñado de quienes escuchamos desde inicios de los años 90 el trabajo de la distintiva cantante islandesa Björk, debido a que en sus últimos dos discos su nervio e inventiva parecieron debilitarse, acostumbrados sus escuchas a recibir de ella una sorpresa creativa en cada entrega. Reina del art-pop electrónico, su atinada fusión de canto élfico a veces melancólico, a veces juguetón, con tonadas y producciones atrevidas, fue su marca desde Debut (1993) y Post (1995), pasando por el extraordinario Homogenic (1997), el enorme aunque casi inadvertido soundtrack Selmasongs (2000), el hermosísimo Vespertine (2001) y el deslumbrante Medúlla (2004). Desafortunadamente, en sus discos Volta (2007) y Biophillia (2011) se mostró acomodada, sin garra, la mar de aburrida y sin chiste.
Sin embargo, una ruptura amorosa vino a devolverle garra creativa y emocional: recientemente distante en su expresión y más preocupada por el concepto y la estética que por el arrojo del alma, en Vulnicura (2015) se muestra más conectada con sus sentimientos que nunca. En esta nueva entrega, la soledad y el desamparo que provoca una fuerte ruptura tras más de una década de relación (en este caso, con el artista Matthew Barney) se ven plasmadas a través de algunas de sus letras más sinceras a la fecha, de la mano creativa de dos productores genios de la electrónica actual (puntualmente reseñados entre los mejores discos en su categoría, en esta Ruta Sonora, en 2011, 2013 y 2014): el venezolano-inglés Arca (Alejandro Ghersi) y el británico Haxan Cloak (Bobby Krlic), reconocidos por generar vanguardia dentro de dicho género: atmósferas oscuras, intoxicantes, siniestras; retruécanos rítmicos inesperados. Es la primera vez que algo emitido por Björk no está lleno de colores y brillos en apariencia optimistas, sino de un sentimiento claustrofóbico, aderezado con gran elegancia por arreglos contemporáneos de cuerdas (esta vez, de su total autoría), que en principio recuerdan un poco a Homogenic, pero al avanzar se van retorciendo rumbo a algo más osado, camino emocional nunca antes recorrido por la islandesa.
A diferencia de sus recientes obsesiones con la voz humana y los conjuntos corales exhaustivos, aquí la única presencia vocal es la suya, en ánimo quizá de resaltar el duelo que vive: confrontarse consigo misma y con nadie más. De igual forma, cuando hay electrónica, los beats se alejan de cualquier rítmica tradicional para ser ligeros, discontinuos, de entrada por salida. Así, la presencia digital está más en los paisajes galácticos, sin arriba ni abajo, que en ruidosas repeticiones rítmicas: esto genera la sensación, al escuchar el disco, de que no hay un suelo sólido que sostenga sus penares, sino que todo pareciera flotar en una nebulosa que avanza solitaria por el universo, ordenada sin dejar de ser desconcertante: la galaxia Björk retoma su órbita.
Si algo tiene en contra este álbum, es el notorio desgaste de las melodías vocales de la islandesa. Si bien los arreglos son impactantes e innovadores, su voz no pareciera esforzarse por modificar sus viejos manierismos; y no se habla aquí de estilo, sino de recursos composicionales, de secuencias melódicas que en cierto punto llegan a cansar. Sin embargo, el dolor que transmite, la finura que la envuelve son tales, que aquello puede llegar a ser secundario. Así, para los superficiales, el disco no tendrá mayor trascendencia comercial; pero sin duda se trata de un trabajo que le devuelve credibilidad y aporta un hermoso lugar sonoro al cosmos. Triste, pero cierto: un corazón roto suele hacer mucho por la creatividad.
Gusana Ciega, André VII, Vicentico y Dorian
Viernes 17. 1. Más música de Islandia, con GusGus: electrónica bailable con profundidad y ricura, que ha sabido mantenerse al borde del alt-dance misterioso, sin decaer. Siguen promoviendo su último disco, curiosamente llamado Mexico (Kompakt, 2014). El Plaza (Juan Escutia 4, Condesa). 20 horas, $490 a $889. 2. Muy buen exponente de la electrónica subterránea mexicana, André VII; también: Gil Cerezo (Kinky). Mono (Versalles 64, Juárez). 23 horas; ellos $150, ellas no pagan.
Sábado 18. El pop animoso de La Gusana Ciega y su alegría contagiosa, su tristeza soterrada. El Plaza (dirección citada). 20 horas, $377 a $586.
Miércoles 22. 311 en vivo. Combo estadunidense de rap-metal & reggae, con su viejo estilo enojado, de gran seguimiento en México. Pepsi Center (Dakota s/n, Nápoles). 21 horas, $665 a $1413.
Jueves 23. 1. Por primera vez en Auditorio Nacional con su proyecto solista, el argentino vocalista de Fabulosos Cadillacs, Vicentico presenta su nuevo disco Último acto. Reforma 50, Chapultepec. 20 horas, 377 a 1413. 2. El pop bonito, inspirado, de Dorian, desde España. Foro Indie Rocks (Zacatecas 39, Roma). 21 horas, $350 (más recomendaciones).
Twitter: patipenaloza