La complejidad de los sentimientos, su manifestación, su surgimiento, desarrollo, transformación y decadencia son la materia prima de la joven realizadora Katina Medina Mora en LuTo, su debut cinematográfico: una desgarradora reflexión acerca del amor y la complejidad de las relaciones de pareja en un mundo cada vez más vertiginoso y tecnológico.

LuTo se estrenó el pasado viernes en Cineteca Nacional. Desde mañana estará exhibiéndose en La Casa del Cine y en mayo llegará al Cine Tonalá, bajo la distribución de Circo 2.12.

A través de una historia simple, la realizadora profundiza y reflexiona acerca de la vida en pareja desde el comienzo, donde todo parece maravilloso, pasando por la pasión desenfrenada que nubla la razón y no permite ver los defectos del otro, hasta el duro golpe de la realidad cuando ambas partes descubren que quieren cosas diferentes.

Relato personal e intimista

Mediante una narración que da saltos en el tiempo y un guión que fue enriqueciéndose con la improvisación durante el rodaje, Medina Mora construye un relato personal e intimista con personajes cercanos: Luisa y Tomás, un par de jóvenes de clase media con sueños e ilusiones, enamorados a pesar de las señales que pronostican un inminente fracaso.

Él, un aspirante a escritor, interpretado por Juan Pablo Campa; ella, una publirrelacionista, encarnada por Patricia Garza, una pareja común que después de algunas citas decide vivir junta. Lo que comienza como una emocionante aventura amorosa pronto se convierte en rutina, hartazgo, distancia, celos, inseguridades, miedo y duda.

Emociones reales

En palabras de su directora cualquier persona que alguna vez estuvo enamorada y con el tiempo se da cuenta de que no son el uno para el otro podrá verse reflejada en esta historia. Es una película en que las emociones son reales, cómo se va del enamoramiento a la desilusión pasando por muchos sentimientos que generan angustia, culpas y miedo.

Katina Medina Mora es egresada de la London Film School. Desde 2013 también se ha desempeñado con éxito como directora teatral. En agosto del mismo año dirigió su segunda obra de teatro, La acera de enfrente.