La UdeG no pudo contra el duopolio televisivo y los árbitros
a Universidad de Guadalajara (UdeG) se tardó dos décadas en regresar a la primera división y solamente un año en retornar al ascenso. Los viejos de la comarca aún recuerdan con agrado aquel futbol espectacular comandado por los brasileños Jair, Nené, Amaral y Eusebio, con lo que se ganaron el mote de Leones Negros y el aplauso de los fanáticos de todos los equipos.
Esta vez los leones estuvieron sin melena, con un ecuatoriano Juan Anangonó que si hubiera metido la cuarta parte de sus opciones de gol se estuviera contando otra historia. Sin embargo, más allá de sus obvias fallas en la cancha, la UdeG fue también víctima del gran poder del mundo del balompié en México: el duopolio televisivo.
Después de conseguir el ascenso, los directivos de la universidad tapatía optaron por la mejor oferta que se les presentó (la cadena ESPN), con lo que siguieron el camino iniciado por León y Pachuca con Fox. Pero el grupo tuzo, de por sí fuerte, se volvió intocable al asociarse con el poder político y económico del magnate Carlos Slim.
Sin ese escudo de protección, la UdeG fue vulnerable a un arbitraje tendencioso que durante todo el torneo los fue perjudicando y, a manera de ejemplo, no se les marcó ningún penal en favor a pesar de que en varias jugadas las faltas eran muy obvias.
Aseguraron que así les quitaron más de 12 puntos, con lo que se hubieran salvado y hasta clasificado, mientras los federativos se desgañitan para tratar de convencer que el trabajo de los hombres de negro es malo para todos.
Mientras los fanáticos melenudos lloran, el duopolio ya mandó un mensaje a los equipos que asciendan: le entran a sus pantallas o los silbantes sólo los harán durar un año en el máximo circuito.
El Puebla se salvó al rescatar un empate ante Santos. Le hizo bien el cambio de sede, ante la remodelación del vetusto estadio Cuauhtémoc, pero si su dirigencia no modifica su política de renovar plantel cada campaña, la otrora combativa franja seguirá en los últimos lugares.
Como ya es costumbre, el cierre de la temporada regular fue dramático. No será de tan alta calidad, pero el balompié nacional es competitivo y emocionante, y se puede decir que es el único en el mundo donde más de 10 equipos tienen la oportunidad de ser campeones. Bueno, algo es algo.
Se definió la liguilla, en la que destaca el clásico tapatío. Ya salvadas del descenso y con el boleto en la bolsa, las Chivas se relajaron y tuvieron un preocupante cierre al perder en su cancha ante un sotanero Morelia que sólo sumaba dos victorias.
Los Tigres se quedaron con el liderato general y enfrentarán al Santos, que avanzó sobre todo gracias al decepcionante Toluca; el América logró levantar y va ante un Pachuca que fue irregular, pero otra vez consiguió el pase de último momento, y el sorprendente Veracruz chocará con el Querétaro de Ronaldinho, que se coló debido a un error arbitral.
La lista de los fracasotototes –como diría Manuel Lapuente– es encabezada por Cruz Azul. Guillermo Álvarez Cuevas ha convertido a los Cementeros en su negocio particular, junto con el promotor Carlos Hurtado, quien pone técnicos y refuerzos al gusto de su cartera.
El goleador Carlos Hermosillo, autor del gol de penal en la última coronación cementera, escribió en Twitter luego de la eliminación celeste: A ver qué dice el genio de Miami, que todo lo desaparece. Ya basta de tanta burla y sinismo (sic)
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Billy Álvarez suma un título en más de 30 años y está destruyendo la gran labor de su padre, Guillermo Álvarez Macías, quien construyó de la nada a La Máquina que ahora sólo es un grato recuerdo.