Rinden homenaje al arquitecto en el Palacio de Bellas Artes
su humanismo y pensamiento
Destacan la trayectoria del artista, así como su generosidad con colegas y estudiantes
Mi padre tenía un corazón infinito, dice su hija María
Miércoles 13 de mayo de 2015, p. 4
El arquitecto Carlos Mijares Bracho (1930-2015), quien falleció el pasado 19 de marzo, a los 84 años de edad, fue motivo de un homenaje la noche del lunes en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
Ahí, Felipe Leal destacó el vasto legado del artista mexicano, sobre todo sus reflexiones en torno a la arquitectura y su generosidad con colegas y estudiantes. Mencionó que el maestro, quien fue precursor del uso del tabique de barro rojo, compartió y transmitió su pasión por esa disciplina.
“Su máximo legado es su pensamiento. Tiene varios textos; uno que se titula Tránsitos y demoras: esbozos sobre el quehacer arquitectónico, que siempre lo asocié con transitar entre el espacio y la naturaleza, en no basarse sólo en la realidad y reproducirla, sino observar y reflexionar para realizar una propuesta muy humana. Sin duda su mayor legado son su pensamiento y su humanismo, que estaban presentes en todo”, afirmó Leal.
Al referirse a la faceta académica de Mijares Bracho, Leal enfatizó que en países como Colombia, China y Argentina tuvo gran presencia, pues lo invitaban a dar cursos. Casi todas las universidades de México lo invitaron para que incitara a los alumnos a profundizar en el quehacer arquitectónico
.
En el homenaje que congregó a familiares, amigos y colegas como Xavier Guzmán Urbiola y Fernando González Gortázar, Louise Nöelle Gras, de la Academia de Artes, se recordó a Carlos Mijares como un arquitecto con oficio, talento plástico y con pasión, que transmitía a los que hacían contacto con él.
Preocupación por el obrero
En su intervención, Louise Nöelle se refirió al trabajo temprano de Mijares, el de los años 60 del siglo pasado, en la arquitectura industrial. Subrayó que sus obras fabriles son el resultado de una prolongada investigación y concluyó que la propuesta arquitectónica del homenajeado se enfoca a la funcionalidad, trabajo plástico y preocupación por el obrero.
Entre las anécdotas alusivas al ganador del premio Luis Barragán a la excelencia profesional, las de Juan Giral mostraron no sólo al arquitecto, también al ser humano pendiente de los demás.
Giral recordó que Mijares Bracho vendió tacos para reunir el dinero que faltaba con la finalidad de concluir la construcción de la parroquia de Ciudad Hidalgo, Michoacán, y cómo dio una conferencia prácticamente ciego a causa de un desprendimiento de retina.
Nadie se enteró de que el señor no veía y eso habla de cómo era Carlos; se enfrentaba a la vida, a las cosas, y las hacía bien y no pedía crédito. Fue una gran enseñanza
, expresó Giral.
En el homenaje también participaron Isaac Broid, Jaime Ortiz Lajous, Carlos González Lobo, Javier Muñoz y Aurelio Nuño; este último recordó que a los 19 años conoció a Mijares Bracho en una marcha del movimiento de 1968. No imaginé ni remotamente lo importante que sería Carlos en mi vida
, expresó.
Antes de comenzar el homenaje a Carlos Mijares Bracho, su hija María dijo a los representantes de los medios de comunicación que su padre fue un hombre de espíritu grandioso, pues le enseñó a disfrutar de la vida, el arte y arquitectura.
Mi padre era como un maestro en todo el sentido de la palabra; era un hombre de un corazón infinito, sumamente generoso.