El objetivo del plan nacional antibullying es actuar desde un punto de vista integral y no tratar de solucionar el problema corriendo al niño.

Para ello se elabora un mapa que buscará determinar cuáles son los planteles educativos con mayor violencia, para aplicar ahí, en principio, los protocolos de atención.

Las medidas deberán ser funcionales en escuelas públicas y privadas, porque esa problemática no es exclusiva de un sector de la población o de las zonas marginadas.

“El bullying no es un problema como tal de la escuela, sino tiene origen afuera. El niño que violenta a otro probablemente es maltratado en su casa, y ello lo refleja en el colegio”, comentó Eunice Rendón, encargada de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana de la Secretaría de Gobernación.

Cuando se detecta a un estudiante con actitudes agresivas es necesario atenderlo de manera diferenciada, integral, aseveró.

Un aspecto central para llevar a buen puerto ese plan, agregó, es capacitar a los docentes, porque si ellos no entienden cómo deben manejar el tema de la violencia la aparente solución al problema será seguir corriendo al victimario.

Para ubicar la responsabilidad de cada quien y en cada nivel se elaborarán protocolos de atención. El objetivo es que el contexto teórico esté listo para su aplicación en el próximo ciclo escolar.

“La idea de este grupo es mapear las escuelas con más riesgo y empezar ahí con el pilotaje del programa. En todo ello es fundamental la capacitación y sensibilidad de los docentes, en especial los directores de las escuelas”, expresó.

Una experiencia previa en este contexto es la atención en una telesecundaria de la zona de Tepito, en la capital del país, donde se atendió con prioridad el horario escolar ampliado y se dirigieron cursos específicos para jóvenes, poniendo énfasis en aspectos sicológicos y familiares.

Esa prueba dio buenos resultados, comentó Rendón a La Jornada.