Domingo 24 de mayo de 2015, p. 28
En países en desarrollo y algunos ricos, donde las normas de protección laboral son mínimas, los sindicatos suprimidos y el mercado de trabajo se encuentra abarrotado, los empresarios o un empleador tienen condiciones que les permiten pagar salarios bajos y proporcionar menos beneficios, lo que da pie a que las compañías afronten a su competencia a partir del deterioro laboral, cita el documento La vocación del líder empresarial, una reflexión, que promueve en los distintos ámbitos empresariales a escala mundial el Pontificio Consejo Justicia y Paz.
Cuando un sistema de mercado es tan competitivo y disfuncional que, en vez de recompensar un tratamiento justo de los empleados, lo penaliza, no se puede esperar que genere una situación de trabajo completamente justa. El derecho a un salario mínimo, por ejemplo, es la responsabilidad de toda persona, no sólo del empleador directo, añade el escrito.
En su apartado Principios ético prácticos para la empresas refiere que las compañías deben ser justas en la distribución de recursos a todos los grupos implicados: empleados, clientes, inversionistas, proveedores y la comunidad.
Añade que “la Iglesia convoca al líder empresarial a dar, de tal modo que responda a aquello que ha recibido” y no circunscribirse al mínimo legal
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