Es el sistema: la desregulación, problema endémico
n ocasiones la memoria puede jugarnos malas pasadas. Es el caso que revela una entrevista reciente a Robert Rubin y Henry Paulson, quienes fungieron como secretarios del Tesoro en las administraciones de Bill Clinton y George W. Bush, respectivamente. Sin ningún desparpajo declararon que el sistema económico de China estaba rebasado y debería actualizarse: desregularizar su economía, suprimir la burocracia y reducir la participación del Estado.
Hicieron el comentario en el contexto de las negociaciones que Barack Obama celebra con el primer ministro de China. Manifestaron la necesidad de que el presidente estadunidense pusiera en la mesa de negociación lo que ellos consideraban uno de los obstáculos para dichas negociaciones, en esencia: la participación del gobierno chino en la conducción de la economía.
Hay que recordar que durante su ciclo como secretario del Tesoro, Rubin fue uno de los arquitectos de las reformas en el sistema financiero para desregular las actividades de los bancos e instituciones financieras. Una de las consecuencias fue la creación de una serie de instrumentos, hasta esos momentos rigurosamente controlados o limitados. Fue el caso de los créditos hipotecarios que se otorgaron por miles de millones de dólares, a sabiendas de que quienes los recibían no tenían la capacidad económica para pagar. Esos créditos fueron adquiridos por especuladores, que a su vez los traspasaron a otros especuladores, y la cadena se rompió cuando no fue posible recuperarlos. En el trayecto cada uno de los especuladores obtuvo ganancias pingües, que al final de cuentas terminaron pagando los causantes. Para colmo, muchos de éstos perdieron sus depósitos y pensiones cuando el sistema colapsó.
A Paulson le tocó instrumentar el rescate del sistema financiero cuando fue secretario del Tesoro. Convenció al Congreso sobre la necesidad de apartar 700 billones de dólares para salvar de la quiebra económica al sistema en conjunto. Ya forma parte de la picaresca en el mundo financiero su respuesta a la pregunta de por qué se había llegado a esa crítica situación: porque estábamos ganando mucho.
Por ello es un despropósito monumental que ahora se quiera recetar a los chinos la misma medicina que devastó al sistema financiero de buena parte del orbe y que no haya memoria de ello. Los chinos tienen serios problemas y se puede estar en desacuerdo con muchos de sus métodos, pero no se puede despreciar su impresionante crecimiento económico, debido, entre otras razones, a que el Estado definió prioridades de desarrollo y evitó ceder el control de sus empresas estratégicas y de su sistema financiero. Ni para China ni otras naciones la receta de Rubin y Paulson parece ser la solución.