En la colonia El Tanque, ubicada en lo alto de la delegación Magdalena Contreras, los vecinos han decidido salir de sus casas y recuperar los espacios públicos –parques y jardines-, que durante años han estado en el abandono, para ahuyentar a la delincuencia y convertirlos de, nueva cuenta, en sitios de recreación para la comunidad.

Bajo esa lógica y con el apoyo del colectivo multidisciplinario Ciclo, que agrupa a profesionales de distintas áreas, las paredes grises se han convertido en coloridos murales que rememoran las raíces del barrio, los viejos columpios han sido soldados, y los montones de basura y cascajo han cedido el paso a vistosas terrazas de madera, con sillas y macetas hechas con llantas.

Desde el mirador de la colonia, habilitado debajo de una gran torre de alta tensión, José Luis Betancourt, uno de los vecinos del lugar, habla sobre la necesidad de adoptar este tipo de proyectos, antes de que la violencia llegue y el miedo nos invada.

Si cerramos la puerta e ignoramos lo que ocurre afuera -abunda-, la delincuencia avanza, si levantamos bardas, perdemos, porque eso nos mina, nos hace sentir miedo. Lo que debemos hacer es recuperar esa tranquilidad que nosotros tuvimos apropiándonos de nuestros espacios.

La colonia El Tanque, que debe su nombre a un enorme depósito de agua, se construyó hace más de cuatro décadas, con la colaboración de los propios habitantes del barrio, que siempre se caracterizó por su quietud, pero en donde a últimas fechas a comenzado incursionar la delincuencia y la drogadicción.

Herminia Martínez Rodríguez, una de las fundadoras de la colonia, recuerda que como en aquellos tiempos en los que les tocó abrir caminos y conseguir los servicios en arduas faenas diarias, la comunidad ha respondido. Hombres, mujeres y niños se han dado a la tarea de rehabilitar, además del mirador, el parque el Tanque y el jardín de los columpios.

Paola Beck, coordinadora de arte del colectivo Ciclo, precisa que el objetivo de este proyecto es generar comunidad y que la gente se vuelva a unir. Hay veces, como ha sucedido aquí, que sólo requieren una guía, un empujoncito, para darle forma a las cosas, apunta.

Con ella, coincide Laura Reséndiz, quien se encuentra al frente del grupo multidisciplinario que ha apoyado la transformación de nueve espacios en la delegación Magdalena Contreras, en los que se trabaja en la recomposición del tejido social a través del arte y el impulso de proyectos ambientales y sociales, como la creación de huertos urbanos y la colecta de agua de lluvia.