Los Programas Especiales de Atención Temprana de REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación más proyectos de desarrollo sostenible) son implementados por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) para contribuir a la disminución de la deforestación.

A cuatro años del inicio de estos proyectos, financiados en parte por el Banco Mundial, la deforestación ha bajado en las tres regiones donde se han aplicado. Sin embargo, todo apunta a que la detención es únicamente temporal, de acuerdo con los resultados de un estudio realizado por el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible.

Más de la mitad de los recursos de estos programas han sido destinados a pagos por servicios ambientales, es decir, a que quienes viven en áreas forestales las conserven. No obstante, se corre el riesgo de que cuando el dinero se agote no haya incentivos para evitar la deforestación, explicó Paulina Deschamps, una de las autoras del estudio.

Los especialistas opinaron que a largo plazo, la permanencia de la cobertura forestal dependerá del desarrollo de alternativas económicas atractivas para las comunidades dueñas de las tierras, más que de recibir dinero por no talar. Es decir, de que se puedan explotar los recursos de los bosques y las selvas, pero protegiéndolos.

Durante la presentación del estudio, los miembros del consejo indicaron también que con la implementación de estos programas, México se ha colocado a la vanguardia en la lucha contra la deforestación y el cambio climático, pues los proyectos constituyen una apuesta que promueve la innovación en las instituciones, así como la implementación de esquemas sustentables para la producción.

Los programas especiales de acción temprana se han aplicado en la Selva Lacandona, las Cuencas Costeras de Jalisco y la Península de Yucatán. En ellos, entre 2010 y 2014 se han invertido 856 millones de pesos, 68 por ciento de los cuales se han otorgado a como pagos por servicios ambientales. Sin embargo, Pedro Carlos Álvarez-Icaza, coordinador General de Corredores y Recursos Biológicos de la Conabio, señaló que con estos programas se está disminuyendo la velocidad de la deforestación, pero no se ha parado. En algunas zonas, dijo, ha pasado de 5 por ciento anual a menos de un punto porcentual.

Explicó que algunos estudios indican que aunque se ha perdido la mitad de la Selva Lacandona en los 25 años pasados debido a la deforestación, ello no significó para sus habitantes una mejoría en el nivel de vida.