caba de cumplirse el décimo aniversario de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
En junio de 2005 la dirección político-organizativa zapatista y la Comandancia General del EZLN dieron a conocer lo que habían realizado hasta ese momento, cómo veían México y el mundo y lo que pensaban hacer: Llamar a quienes son como nosotros y unirnos a ellos, en todas partes donde viven y luchan
.
En la Declaración contaron cómo y por qué se levantaron en armas el primero de enero de 1994, por qué le cumplieron a la sociedad civil cuando les pidió diálogo y acuerdo, lo que hicieron por los acuerdos que se consiguieron, cómo el gobierno y los partidos no los cumplieron, y de qué manera las y los zapatistas empezaron a hacer propios los dolores de toda la gente con la que entraron en relación.
La Declaración describió las transformaciones internas de las comunidades zapatistas, la mejoría en sus condiciones materiales de vida y su aprendizaje para gobernarse por sí mismas. Examinó cómo resistieron todos los ataques y a pesar de todo avanzaron. Y anunció la decisión de arriesgarse otra vez: Tal vez unidos con otros sectores sociales que tienen las mismas carencias que nosotros, será posible conseguir lo que necesitamos y merecemos
.
Los zapatistas analizaron rigurosamente la operación capitalista en la era de la globalización neoliberal, basada en la explotación, el despojo, el desprecio y la represión a los que no se dejan
en el mundo entero. También examinaron cómo la gente está luchando en todas partes contra todo eso. Analizaron igualmente cómo estaba México, cómo las fuerzas del capitalismo destruyen el país, cómo gobernantes, políticos y jueces son sus empleados o cómplices, lo mismo que el narcotráfico y sus crímenes, y cómo hay mucha gente luchando también contra todo eso.
La Declaración refrendó los compromisos del EZLN y anunció que ampliaría sus relaciones de respeto y apoyo mutuo con personas y organizaciones que luchan en todo el mundo contra el neoliberalismo y por la humanidad. En México seguirían luchando por los pueblos indios y por todos los explotados y desposeídos, para construir el programa nacional de lucha y practicar otra forma de hacer política. Participaría en el proceso social y político, con la participación de todas y todos, que condujera a una nueva Constitución que reconozca los derechos y libertades del pueblo y defienda al débil frente al poderoso
. Una delegación del EZLN recorrería el país para concertar alianzas con quienes compartan todas estas convicciones y la decisión de resistir y luchar.
Como de costumbre, los zapatistas cumplieron su palabra. Hicieron lo que dijeron que iban a hacer, que estuvo, como de costumbre, lleno de vicisitudes. Y un mes antes de que se cumpliera el aniversario décimo de La Sexta convocaron a un homenaje en Oventic a don Luis Villoro y al maestro Galeano, así como a un seminario en San Cristóbal que analizaría de nuevo cada uno de los temas incluidos en ella.
Mucha gente y muchas organizaciones, de México y el mundo, acudieron a su llamado. Escucharon atentamente a los y a las zapatistas, que actualizaron la información de su situación, de sus avances y dificultades, y de su decisión de continuar la lucha. El seminario permitió hacer un recuento de todo género de desastres y dificultades, y una reflexión conjunta sobre la gravedad de la situación, cuando estamos ya, en México y en el mundo, en una situación de por sí insoportable que probablemente se va a poner peor.
Se refrendó en San Cristóbal La Sexta, en su condición actual como red planetaria de resistencias y rebeldías, que enlaza personas, colectivos, organizaciones e iniciativas en México y en el mundo, las cuales necesitan activarse para enfrentar la tormenta que tenemos encima.
En su notable intervención, el último día del seminario, Jerome Baschet recordó que el 2 de mayo, en Oventic, Mariano, el hijo del maestro Galeano a quien se rendía homenaje, dijo que su padre le había dejado tres familias: la de sangre, el EZLN y La Sexta. Quizá, dijo Baschet, es la hora de ir más allá de lo que ha hecho hasta ahora La Sexta, y tejer vínculos y afinidades que no sólo incluyan a los adherentes y que hagan más visible su fuerza, para enfrentar juntos a la hidra capitalista.
En verdad, el décimo aniversario de La Sexta es momento de resistencia y de lucha, de aplicarnos claramente a las acciones e iniciativas de urgencia que demanda el momento. Y hacer valer esa familia grande que le heredó a su hijo el maestro Galeano ante las amenazas, peligros y acosos que hoy tenemos.