La caída de 70 por ciento en las exportaciones de café –de 6.5 a 4 millones de sacos– en un periodo de tres lustros se debe a que los cafetos tienen más de 40 años, al abandono de las labores culturales y al cambio climático, y no sólo a la presencia de la roya naranja, asentó Fernando de la Parra, de la dirección general de productividad y desarrollo tecnológico de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).

Durante la clausura de la Convención Internacional del Café, que se llevó a cabo en la ciudad de México, el funcionario explicó que con la expansión de viveros y la entrega de plantas en Chiapas, Guerrero y Oaxaca, principalmente, además con la distribución de equipo para que 400 técnicos puedan realizar análisis inmediatos en los campos de cultivo, entre otras acciones de sanidad, se ataca la enfermedad que, de acuerdo con los productores, ha afectado a 60 por ciento de la producción nacional.

La situación es delicada ya que para el ciclo actual se calcula que la producción será de entre 3 y 3.5 millones de sacos, cifra muy lejana a los 6 millones que se lograron a finales del siglo pasado.

Se entregan a cada productor 500 plantas por hectárea, por lo que en cinco años se tendrán 2 mil 500 plantas por cultivador y con ello se espera un repunte en la producción, abundó.

Refirió que en 1995 se ejercieron mil 390 millones de pesos y ese monto se mantuvo durante seis años, por ello la producción pasó de 4 a 6.2 millones de sacos, posteriormente vino un declive por el abandono gubernamental y la reducción en el presupuesto. Al comienzo del gobierno en turno, el presupuesto fue de 349 millones de pesos y el año pasado aumentó a cerca de 2 mil millones de pesos, en 2015 el monto fue similar.

La situación de la cafeticultura nacional, agregó, es delicada pues antes la roya naranja sólo atacaba a las plantas que estaban por debajo de los 500 metros de altura, ahora el hongo se localiza en las plantaciones ubicadas hasta en mil metros de altura, y por eso es importante que se sustituyan los cafetos viejos por nuevos, que sean más resistentes al hongo.

Para atacar el problema, abundó, es necesario que también se involucren los gobiernos y municipios de los 13 estados donde se produce café y que los agricultores vuelvan a llevar a cabo las labores culturales, es decir, las podas y limpias de sus parcelas.