Ucrania, inmigración y la eventual salida de GB, otros flancos
Jueves 9 de julio de 2015, p. 20
Bruselas.
Cuatro grandes crisis en la periferia de Europa amenazan con colapsar a la Unión Europea (UE), lo que significaría un retroceso de décadas para este ambicioso proyecto de unificación continental cuya idea surgió tras la Segunda Guerra Mundial.
La unidad, la solidaridad y la posición internacional de la UE están en entredicho debido a la crisis de deuda griega, al papel de Rusia en Ucrania, al intento de Gran Bretaña de cambiar sus relaciones con el bloque y de la masiva llegada de inmigrantes a Europa a través del mar Mediterráneo.
Si la UE no es capaz de lidiar correctamente con cualquiera de estos problemas, podría agravar los demás, y ampliar así los peligros que enfrenta el Proyecto Europa
.
La suspensión de pagos de Grecia y el riesgo de que la nación pueda salir de la zona euro es el reto más inmediato para la noción de una unión integrada de los estados y pueblos europeos.
Las consecuencias a largo plazo de una salida de Grecia de la zona euro afectarían por completo al proyecto europeo. Sentaría un precedente que podría minar la misma razón de ser de la UE
, escribieron Fabian Zuleeg y Janis Emmanouilidis en un análisis para el Centro Europeo de Política, con sede en la capital belga.
El efecto helénico
Aunque Grecia responde por apenas 2 por ciento del producto interno bruto y de la población de la UE, la bancarrota del país –tras dos rescates, sus socios europeos le prestaron cerca de 200 mil millones de euros (220 mil millones de dólares)– es un enorme golpe para el prestigio del bloque.
Incluso antes de conocerse al resultado del referendo griego del domingo anterior, el ambiente en Bruselas era tenso, con los griegos que culparon a los alemanes, mientras la mayoría de los demás países comunitarios señalaron a los griegos, a su vez los economistas keynesianos atribuyeron la crisis a la obsesión con la austeridad de las autoridades europeas, que hacen énfasis en el éxito que tuvieron los rescates que se llevaron a cabo en otros estados del bloque.
Con su destino aún incierto, Atenas ya dejó en evidencia que los fundadores del euro fueron ingenuos cuando declararon que la membresía al bloque monetario era inquebrantable.
Ahora, sus socios podrían intentar dar un portazo detrás de Grecia y tomar medidas rápidas para mantener unidos al resto de los miembros, quizás enmendando algunos de los errores que se cometieron al llevar a cabo la unión monetaria, aunque es probable que la oposición alemana evite cualquier intento de emisión conjunta de bonos gubernamentales.
La próxima vez que una recesión o un alza de los rendimientos de los bonos soberanos sacuda a la zona euro, los mercados recordarán el precedente de Grecia.
Con la tensión ya desatada en el Mediterráneo oriental debido a la guerra civil en Siria, el eterno conflicto palestino-israelí, la división no resuelta de Chipre y las disputas marítimas sobre yacimientos de gas, una Grecia quebrada podría volverse hacia Rusia en busca de apoyo.
A cambio, los griegos podrían vetar la próxima extensión de sanciones de la UE contra Moscú, o incluso ofrecerle acceso a instalaciones navales que una vez usó Estados Unidos.
Atenas ya lidia con el flujo de refugiados que huyen del conflicto en Siria e Irak y que llegan a las islas del Egeo, en busca de la ruta más segura para atravesar Europa en dirección a los países más prósperos del continente, como Alemania o Suecia.
La incapacidad para resolver la crisis griega después de cinco años de discusiones podría hacer parecer débil a la UE a los ojos del presidente ruso, Vladimir Putin; del presidente chino, Xi Jinping, y de otros que busquen expandir su poder.
Las autoridades de Bruselas son conscientes de que la crisis de la zona euro ha provocado renacionalización de la toma de decisiones en algunas materias y minado el poder blando
del modelo de reglas europeas basado en la gobernación supranacional.
Además, la postura de la UE ya se ha debilitado en temas relacionados con el comercio mundial y las negociaciones por el cambio climático.
Y lo peor aún puede estar por venir.
La exigencia de Gran Bretaña de renegociar los términos de su pertenencia a la Unión y someter el resultado a un incierto referendo en 2017 aumenta el riesgo de que el bloque se quede sin el miembro que es su segunda mayor economía, su principal centro financiero y su principal potencia militar.
Dada la enemistad de Rusia con los británicos, a quienes ven como el aliado más cercano de Estados Unidos, Putin seguramente se sentiría favorecido si Gran Bretaña abandona al bloque.
La salida debilitaría a aquellos que apoyan una respuesta contundente al comportamiento de Rusia en Ucrania y Georgia, y dejaría al bloque continental sin el principal socio de confianza de Estados Unidos en la región, aunque seguiría perteneciendo a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Todo ello podría fortalecer la posición de Putin en las negociaciones con la canciller federal alemana Angela Merkel, quien ha liderado a la diplomacia europea en su intento de devolver a Ucrania el control de la totalidad de su territorio.