El gobernador de Guerrero, Rogelio Ortega Martínez, señaló que después de la tragedia de Iguala por la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa, ya nada puede ser igual; advirtió que en el estado hay un acumulado de alrededor de 300 desaparecidos, a partir de 2005.

El caso Ayotzinapa no se puede cerrar; es una herida abierta que duele, que sangra, y quizá la mejor forma es que todas las instancias de gobierno podamos trabajar para ir sanando esta herida, es que llegue la justicia, afirmó.

En conferencia de prensa, en la representación del estado en el Distrito Federal, para anunciar que el próximo viernes se realizará en la entidad la primera ceremonia colectiva de matrimonios igualitarios, afirmó que las desapariciones –a partir del gobierno de Zeferino Torreblanca– son un acumulado de la violencia que estalló en Guerrero entre 2005 y 2006, cuando aparecieron los primeros decapitados.

Y ésta, apuntó, se fue intensificando paulatinamente por la disputa de la delincuencia organizada por los territorios del estado; las razones son que reclutan de la pobreza.

Entre los desaparecidos, afirmó, “están los de Chilapa, los de la cabecera municipal y los de la periferia. Dos grupos delincuenciales confrontados: Los Rojos y Los Ardillos; Los Guerreros Unidos en Cocula e Iguala. De esa magnitud es el tema de la inseguridad en Guerrero”, sostuvo.

Se pronunció porque se ponga todo el peso de las instituciones para una búsqueda intensiva, porque es el primer reclamo que nos hacen los familiares.

Ortega Martínez informó que está en contacto el gobernador electo, Héctor Astudillo, para poner por delante el tema de la gobernabilidad en Guerrero.

Quien gobierne, afirmó, tiene que escuchar mucho y acompañar a los liderazgos sociales, además de ser solidario y coadyuvante. Creo que con esos tres principios se puede construir la nueva gobernabilidad democrática en Guerrero y hacer posible la armonía y la paz. El tema de la justicia es fundamental, sostuvo.